“La articulación
etnográfica””
Una
Reseña
Libro reseñado: Pantaleón,
Jorge. De la carta al formulario. Ides.
Colección Serie Etnográfica. Bs.As. 2004.
Maestrando:
Ricardo Di Mario
Universidad
Nacional de General Sarmiento
De la carta al formulario es un trabajo de investigación
etnográfica que tiene por objetivo la visualización de las relaciones de
producción y reproducción de lo social, en la ciudad capital de la Provincia de Salta,
durante la década de los noventa. El reconocimiento de los actores,
principalmente demandantes y oferentes, a su vez divididos en técnicos y
políticos; la diferenciación de las categorías de los
viejos y nuevos modos de intervención estatal, que indica el paso de las formas
de tratamiento y recreación de la pobreza del modelo de Estado de Bienestar, al
de las políticas neoliberales y también dar cuenta del ritmo vertiginoso de
esos cambios.
Para el autor resulta tan importante
la descripción de los roles que juegan cada uno de esos actores que viven para
y por lo social, como la ubicación/localización en un espacio concreto: El
edificio de la SDSP
creado por decreto en el marco de un momento histórico del cambio paradigmático
del Estado, donde se juegan internas relaciones de poder entre funcionarios
(desde el ordenanzas hasta el secretario). También se reconocen otro tipo de
fronteras entre el adentro y el afuera del Estado, constituida por quienes
pueden ingresar al edificio, a los programas, o a un proyecto, etc.
El objeto de conocimiento de este
trabajo es el desarrollo social como una invención en un campo de
reciprocidades donde problemas y soluciones recorren un camino desde que son reconocidos,
y clasificados por los técnicos, hasta la demostración de sus soluciones en
exhibiciones ritualizadas en las ceremonias de entrega de recursos. Estos actos
se constituyen en modos de aproximación entre demandantes y oferentes.
Ante la pregunta inicial de qué
hace el desarrollo social, sostiene la tesis de que el desarrollo
social es una noción que se produce y se ejerce, produciendo y ejerciendo
relaciones de reciprocidad que legitiman
las prácticas sociales de dominación y reproducción de esa dominación.
El camino de la argumentación
El autor divide su trabajo en las
siguientes partes: una introducción en la que presenta su pregunta inicial, describe
el objeto de su estudio, y se refiere a las metodologías que utilizó en la
investigación; cuatro capítulos donde desarrolla el corpus de su recorrido
etnográfico, dedicándole el primero a las cuestiones del espacio de la Secretaría de
Desarrollo de la Provincia ,
el segundo y el tercero a las formas de peticionar que tienen los demandantes
de desarrollo social (la carta y el formulario) y las relaciones sociales del
“adentro y del afuera” de la secretaría, un cuarto capítulo donde describe los
actos de entrega de recursos en ceremonias oficiales; por último unas breves
conclusiones que cierran las cuestiones
planteadas y abre otras, y agrega un corpus de documentos en anexos utilizados
en el trabajo y de gran valor para la estructura de su “campo”.
Para desandar el camino de la
argumentación, propuesta por el autor, creemos que es importante empezar por la
descripción de la observación que hace de los ritos, donde es posible la visualización
de (todos) los actores involucrados en el campo, es decir en las ceremonias públicas
de otorgamiento de los “dones”. Lo que observa en estos actos públicos es
primordial para comprender las representaciones del desarrollo social en el “afuera”
de la institución. En las ceremonias se visualizan los acercamientos,
entrecruzamientos, superposicionamientos y distanciamientos entre actores y
categorías constituidas por el campo, especialmente por su carácter público y
ritual. Allí se pronuncian palabras-verbalizaciones, tanto por parte de los
demandantes como de los técnicos y políticos; palabras de agradecimiento y usos
de palabras (y carteles) propias de las “viejas” formas de la política social
“intercaladas” con algunas de las “nuevas”. En ese juego lo “verdadero y lo
falso” se constituye como objeto de pensamiento en un “específico” conjunto de
prácticas discursivas y no discursivas, es decir un espacio social de
relaciones objetivas y subjetivas.[1]
El autor luego de haber visualizado, en los ritos
oficiales, gran parte de las prácticas sociales en torno al desarrollo social,
se ocupa del edificio de la secretaria detallando minuciosamente los espacios
internos de la dependencia burocrática, y las luchas por esos espacios que
representan la proximidad con el poder. En este apartado describe el edificio,
las entradas y salidas, las galerías y pasillos, las oficinas y Salas.[2]
Mediante gráficos y mapas el autor nos guía espacialmente por los campos de batalla
representados en la distribución de esos espacios en función del poder que se
detenta o se pretende. En el devenir histórico de la dependencia y sus
antecesores se señalan los cambios espaciales y de denominación acordes a los
cambios de políticas. Lo importante aparece en relación a lo que el autor
resalta como “el merecimiento de un espacio propio” para existir se debe ocupar
un espacio. También las categorías son campo de disputa, en la secretaría son
creadas, recreadas, y manipuladas.[3]
Técnicos y políticos son analizados
en función de lo que el autor llama “las cosas del pedir”. Básicamente este es
un capitulo donde la descripción pasa por la visualización de los actores de
desarrollo social. De la observación realizada en el campo, sobresalen dos
grandes grupos, el primero los que demandan y los que otorgan; y el segundo los
oferentes del desarrollo social divididos a su vez entre los de perfil técnico
y los de perfil político.[4] El desarrollo
social cobra existencia en estos dos modos. Uno, cuyo instrumento es la carta
escrita por el carente/pobre, y el otro que se representa por el formulario
llenado por la comunidad participativa.
Este capitulo le dedica casi
excluyentemente el espacio a la carta escrita del demandante, generalmente madres de familia, por lo que se
envuelve la posibilidad de petición a una cuestión de localización y género.
Estas cartas son entregadas a las autoridades, generalmente, en los actos de
otorgamiento de recursos. Se afirma en este apartado que la presentación del
pedido en forma escrita, acerca a las partes y en cierta forma hasta hace
depender mutuamente tanto a las jerarquías políticas, a los asistentes
profesionales, y a los demandantes. Los vínculos descriptos acá son
constitutivos de los grupos interesados en el desarrollo social.
En cuanto a los técnicos, que
podríamos considerar expertos o agentes especializados, son los encargados de la
producción de “problemas sociales” y de la formalización de categorías de
población válida o inválida para ser sujetos legítimos de las intervenciones
estatales. Por ejemplo, a través de la definición de
"características" particulares y de la creación de conceptos y de
taxonomías que implican cierta especialización pero que también requieren de un
"discurso autorizado" o legítimo, que naturalice, instituyendo, esas
diferencias.
En esta redistribución que nosotros
proponemos, del orden dado por el autor, ubicamos en último lugar lo que dio en
llamar: Los atributos de la novedad. En
este espacio se analizan tanto los nuevos “mediadores de desarrollo social”
(locales e internacionales, ONGs principalmente), como la apropiación que “la
academia” hace de la temática del desarrollo social (otorgando títulos de grado
y posgrado), la escolarización de las teorías científicas, así como la
instrucción de los agentes de intervención estatal, mediante la confección de
“formularios” previamente diseñados por los organizamos internacionales quienes
financian lo social, a nivel local y regional.
El desarrollo social se enseña,
implica enseñar-aprender a completar el formulario a los nuevos actores en la
cadena de mediación del desarrollo social. Para el caso de Salta el crecimiento
explosivo de las nuevas ONGs formadas entre otros por titulados,
profesores, y estudiantes universitarios, que podemos considerar
representantes civiles de la sociedad que demandan, en nombre de ella, al
Estado, luego de la desafiliación provocada por el cambio del modelo
benefactor.
Las Nuevas y viejas categorías[5]
son ingresadas a “desarrollo social” y al corpus del lenguaje de la
representación de la división “Estado-Sociedad”.
La mirada
etnográfica sobre el desarrollo social enfoca todos los actores involucrados
dentro de cada caso local, poniendo énfasis en los procesos de interacción
entre los actores, las organizaciones (ONG, Entidades barriales, etc), y los
funcionarios.
Hay una necesidad en los trabajos
etnográficos, y que Jorge Pantaleón alcanza claramente en este trabajo, es la
necesidad de comprender el campo en su contexto. La perspectiva del
autor se centraliza en el conocimiento de la actuación y sobre los sistemas socioculturales
locales. Cuando el investigador desarrolla una respuesta para un ámbito local,
como en este caso, que puede ser considerada una encrucijada de fuerzas, de
acciones y de perspectivas muy distintas, se está generando un posible modelo
para aplicar a escala mayor. El antropólogo busca las estrategias conectivas,
articuladoras, para interpretar las situaciones de dominación y de
reciprocidad. En este campo hay algo en juego y es que los actores están dispuestos a jugar
determinadas reglas, esas reglas las descubre
el autor, como parte de un campo de fuerzas en lucha destinadas, unas veces
a transformar y otras destinadas a conservar el tipo de relaciones. Los actores
involucrados en estas luchas tienen en común un cierto número de intereses
fundamentales representados, en el campo del desarrollo social, por formas de
intercambio de bienes imaginarios y reales. Prácticas de reciprocidad que
legitiman estas relaciones y las reproducen.
El autor aclara, para finalizar, que
en el campo analizado, la óptica reflexiva, debe servir para seguir ahondando
sobre estos primeros resultados.
[1] El autor cita a Tambiah, S. 1985 “A perfomative
approach to ritual” en Tambiah, S. Culture, Thouht and social action”
Cambridge. MA Harvard University Press. …rescata esta dualidad en los rituales,
tanto área se recrean las ferarquízaciones como así también productores y
reproductores de significados emergentes. Una mayor formalización puede
implicar la osificación de las relaciones de poder, como también puede servir
para cuestionar al poder instalado.
[2] En este capítulo resulta interesante analizar el uso
que el autor da de las descripciones espaciales que N. Elías hace del palacio
de Versalles en la
Sociedad Cortesana. En el final del apartado el autor
sostiene: Se puede ver que el desarrollo social va configurando sus propias
demarcaciones físicas. Sin embargo esa particularidad se inscribe en una
organización previa, la de la lógica burocrática de los que están dentro y
fuera del Estado. Por esto mismo, todos los elementos espaciales presentados
remiten indefectiblemente fronterización: entradas, salidas,
galerías, pasillos, salas, oficinas. Así como tales fronteras dan forma al
espacio físico las clasificaciones jerárquicas con las que son identificadas
las personas que viven en ese mundo se expresan en términos de proximidad y
lejanía al Estado. Lo demuestra tanto el sistema de clasificación que separa al
“trabajador contratado” del “trabajador permanente” como el barómetro de la
antigüedad laboral: ambos indican grados relativos de pertenencia al Estado.
pag 35
[3] Parte misma del trabajo, dice Pantaleón,
clasificatorio consiste en una redesignificación de las nociones que se
oficializan como legítimas para demandar al Estado. Pedir recursos por ser carente, pobre o necesitado circunstancial,
…otras nociones se manipulan en la secretaría: NBI, población en riesgo social,
población en emergencia alimentaria, emergencia habitacional, población bajo la
línea de la pobreza…cada una de estas palabras se legitiman en una argumentación
técnica elaborada por especialistas. Pag 27
[4] La dicotomía de lo técnico y
lo político se intensifica, justamente, en uno de los momentos claves del
quehacer cotidiano del programa: Registrar la demanda bajo el carácter de
“urgente” y sugerir la entrega de los materiales pedidos.
[5] Categorías instauradas desde mediados del siglo
pasado familias, niños, mujeres,
discapacitados y de más reciente incorporación mayores,
tercera edad, jóvenes, NBI, población de bajo de la línea de pobreza.
Ingresan todas en las carillas de presentación. Pag 27
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