jueves, 20 de junio de 2013

En búsqueda de una noción de "Memoria"


En busca de una noción de memoria
Lic.Ricardo Di Mario
recordar es un trabajo, no un lujo…
La misteriosa llama de la reina Loana
Umberto, Eco

En el proyecto de tesis de maestría[1] proponemos ocuparnos de las subjetividades de los militantes a partir de una historia de vida. La intensión es acercarnos a las subjetividades inmanentes a las prácticas sociales y políticas de determinados actores, a través de la historia de un militante en particular. Nos planteamos analizar las subjetividades, la construcción de valores y las transformaciones identitarias de los militantes mediante un acercamiento a la historia de vida de un sujeto en particular y en correlación con otros testimonios orales, para intentar dar cuenta de las características individuales de esa voz y establecer en qué medida se relaciona ésta con el colectivo al que pertenece. Se nos presenta la necesidad de constituir una noción de memoria y de subjetividad, para encuadrar el estudio a realizar, para dar cuenta de lo que pensamos en torno a la subjetividad y desde qué noción de memoria intentaremos recorrer ese camino.

Subjetividad con el sujeto /  Una noción de “memoria”
Para la aproximación que pretendemos y dada la naturaleza de nuestro objeto de estudio, la elección del método y el carácter fragmentario del campo elegido, la decisión más importante para iniciar el trabajo de investigación, que nos permita comprender estas subjetividades, es intentar esbozar una noción de las categorías de “subjetividad” y una noción de  “memoria” que se adoptarán, al menos provisoriamente, para abordar en un primera instancia la relación entre sujeto y subjetividad.
Nuestra noción de subjetividad no se basa en la propuesta de Badiou[2], que acota la pertenencia de la política al orden de lo subjetivo, sino que puede ser adjudicado a un sujeto concreto, en éste caso un militante, que permite el análisis de hechos y comportamientos temporalmente ubicados. En éste sentido le otorga al sujeto el reconocimiento de la determinación histórica que lo constituyó y el de la responsabilidad de decidir si asume esa subjetividad de la que participa desde un saber que no conoce o que ha construido fragmentariamente. En esta suerte de rito de pasaje, en el que la  subjetividad toma la determinación de sujeto, se escribe la historia.
Por lo dicho adscribimos a la categoría de superhombre de Nietzsche que nos permite pensar un modo de ser de la subjetividad que da cuenta de la alteridad como aquello que atraviesa toda supuesta mismidad y, en este sentido, propone un nuevo tipo de subjetividad diferente a la establecida por la modernidad (el último hombre). La cuestión del superhombre  y la problemática de la alteridad.[3]
Para el caso de  “una historia de los militantes” debe tenerse en cuenta que ésta  tiene características particulares. Si bien posee el valor de aportar elementos que tendrán significación en términos de totalidad. Al mismo tiempo funciona por sí solo como verdadero punto de resignificación, esto es uno de los problemas sin resolución a los que nos lleva a reflexionar sobre los efectos que la historia reciente tiene para el presente. Intentaremos utilizar la cualidad de la memoria de un individuo como un “instrumento de indagación”, que revele reduccionismos frente al pasado y nos brinde una posibilidad para sistematizar, en nombre de ese pasado, interpretaciones y comportamientos de la realidad vivida por nuestro personaje. La pretensión es ver si en torno a esos episodios vitales, cómo esos hechos individuales y colectivos del pasado, merecen consideración en el presente.
La  búsqueda a través del recuerdo, es decir de una memoria invocada, en torno a la historia vivida, pretende evitar reduccionismos que puedan actuar como “distanciadores” de los distintos sentidos de esa historia.
Por herencia durkheniana, Halbwachs, sostiene que el recuerdo es una forma de representación colectiva y que el pasado que se revive es una reactualización construida siempre socialmente[4]. En cuanto a la memoria, acordamos que sólo es posible la construcción de una memoria en tanto colectiva y social. Esto implica sostener que si bien existe el recuerdo individual, por más íntimo y privado que sea, nunca resulta aisladamente individual, sino que esa construcción del pasado es de carácter socio comunitario. Por otro lado creemos que la invención de la individualidad “actual” constituye la base de la que depende toda relación de poder en términos de dominio, interacción e intercambio. Todos los sistemas de poder, para un gran espectro de las ciencias sociales contemporánea, se fundan en la interacción y el intercambio con este modo de ser de la subjetividad.[5]
El sujeto de nuestro trabajo, como militante de una organización política, recuerda a la militancia, se recuerda a sí mismo y a otros en sus experiencias vitales, y al hacerlo evoca un mundo habitado por otros, esos otros en los que encuentra identidad, con los que construye identidad desde el presente.

Subjetividad e identidad / Historia y memoria

El recuerdo nos permite trazar una continuidad
 en la experiencia y nos otorga identidad.
 Halbwachs  
Entre los vínculos esenciales de la subjetividad está el de la identidad. El mecanismo de la memoria establece el estado y el margen de diversidad con una mismidad, en cuanto a lo inédito y a lo rígido del compromiso de identidad, que con sus pares pueda tener nuestro personaje, aunque signifique la aceptación o el rechazo en relación a su grupo de pertenencia.
Entre identidad y memoria existe una dialéctica que se libra entre las modalidades simbólicas y las peculiaridades de inscripción del pasado, en las que se inscriben las distintas formas de registrar lo vivido en términos significantes, lo que hace a una equivalencia simbólica que permite la sustitución de lo pasado por lo presente y la traducción de lo desconocido a lo ya conocido para ratificarlo y preservar la identidad en el conjunto de sus representaciones. Nos referimos al recorrido que la memoria intenta, a partir de reproducir la experiencia vivida, y que se presenta a la hora de recordar en forma de percepciones, de valores, de lógicas, en suma de hechos, que determinan la construcción de una subjetividad.
En este proceso se definen, en términos de identidad o de identificación, los atributos que conformarán una subjetividad. [6]
Desde la sociología se propone resolver algunos de los errores referidos a la categoría de representación, que resulta necesario aclarar por las proyecciones que puedan alcanzarse en el trabajo que se pretende. En éste sentido y como proceso fundante de lo humano se tiene por condición y contexto una matriz siempre social y que la identificación con el otro, como  semejante, inaugura la idea de representación. Es decir, el representante no precede al grupo, ni lo suplanta, el representante funda al grupo que lo funda. Aunque es muy importante tener en cuenta que al hablar de grupo, como lo analiza Pollak recurriendo a varios autores[7], es adecuado hablar de una memoria encuadrada (término más específico que memoria colectiva) para mantener la cohesión interna y defender las fronteras de aquello que un conjunto tiene en común, en lo cual se incluye el territorio; he aquí las dos funciones esenciales de la memoria común. Pero sostiene que: todo trabajo de encuadramiento de una memoria tiene límites, ya que no puede ser construida arbitrariamente.[8] Pretendemos recorrer, en el transcurso del trabajo de tesis, las formas  de encuadramiento que podamos reconocer y que nos permita, con los instrumentos de la historia oral, estudiar de qué manera las memorias son construidas y reconstruidas, y dar cuenta de las tensiones  y los límites entre memoria/imagen “oficial” y los recuerdos personales del sujeto/fuente de nuestro trabajo.
Las identidades que pueden aparecer en este recorrido, comprimen los enredos de sentido que relacionan redes simbólicas propias con las que vienen de la cultura y del campo social de pertenencia, que nos dirigen a referentes ideales alrededor de los cuales se narran los continuos correlatos de la práctica acontecida, con los datos que el presente incorpora en una controversia entre ambas por el predominio de un discurso dominante respecto del pasado que se pretende historiar.
Esta confrontación resuelve el estado que la subjetividad adoptará en el presente. El caudal simbólico y material de los que el trabajo de la historia se sirve, provienen tanto de lo experimentado por la comunidad de pertenencia, como del dinamismo que podamos reconocer en ese grupo y en el sujeto. No perdemos de vista que por interesante que pueda resultar analizar los sentidos y las identidades del comportamiento, conocido y por conocer del grupo y del individuo con los que se trabaja, lo complejo estará representado por nuestra pretensión de desentrañar las subjetividades para entender al proceso en cuestión y al sujeto de referencia.
Es importante tener en cuenta que para abordar un trabajo como el que pretendemos, es muy probable que se presenten dificultades al momento de someterse a la experiencia pasada, a través de las influencias de las subjetividades, es posible que éstas estén en contraste con el presente, especialmente cuando la “realidad narrada” aparezca en tensión con lo consagrado por otras memorias. En estos casos, memoria y subjetividad, pueden constituir desacuerdos en la tarea de reconstrucción del pasado, y estos desencuentros pueden llevarnos a nuevas encrucijadas. De todos modos la memoria convive con los recuerdos de los otros, ya sea compartida o cuestionada, es siempre colectiva. Por otro lado la memoria tiene cierta ventaja sobre el tiempo en cuanto a que ya sabe como terminó lo que aconteció, esto le permite reconstruir desde el presente y además cargar de identidad al que recuerda, aunque también signifiquen riesgos para el historiador.
La noción de memoria que adoptamos, en nuestro trabajo de investigación, se afirma en la premisa de que el pasado que reconstruimos, en éste caso a partir de una historia de vida, está siempre abierto a reelaboraciones y atento a las solicitudes del presente.[9]
Entendemos a la historia como parte de la operación social de la memoria obrando ante las tensiones que se producen entre la dinámica de lo vivido y la pasividad de lo acontecido, tratando de representar sentidos para el presente.  El edificio de la histórica se construye interviniendo en un fragmento de lo pasado, inscribiendo lo sucedido en las líneas simbólicas e imaginarias, en las que ubica una representación  de carácter político o social. Esta operación, como lo sostiene Blas de Santos, implica el pasaje, desde la inmediatez plena e intransmisible de lo vivido, al plano comunicable pero discreto, de lo discursivo. O sea, la de la abstracción, la objetivización y la universalización propia del concepto. Una transcripción que involucra la transposición del sentido de lo personal-privado- al orden de lo público y el acceso de la construcción de significaciones al campo de lo colectivo y a la participación democrática, igualitaria y libre de su gestión cualquiera sea las condiciones en que deba llevarse a cabo. En ese pase, lo incomparable e intraducible de las propias historias, se re-escribe como materia de la Historia de todos.(…)El problema ocurre cuando nuevas realidades exponen a la subjetividad a que arriesgue su identidad, descartando antiguas significaciones o resignificándolas. Este riesgo es el de una periodización de lo vivido en exclusividad, que siente como pérdida resignar esa privacidad ilusoria amenazada por la inclusión en los universos de sentido compartidos ganando, en cambio, la falta de objetividad que la universalidad de lo común pudieran darle.[10]
Compartimos el análisis que reconoce a la historia no como un paralelo de la memoria colectiva, sino como una forma alternativa de la reconstrucción del pasado. Es Halbwachs quien destaca que la historia difiere de la memoria tanto en sus contenidos como en su manera de reconstruir y hacer significativo el pasado. Afirma que el pasado que representa la historia, es un pasado muerto y que contrasta con el pasado vivo y vivido de la memoria.
Nos cabe reflexionar acerca de si la mirada halbwachsiana, nace como una teoría crepuscular como lo interpreta Ramos[11] o si mantiene su sentido ontológico para comprender las sociedades del presente, respondernos a las preguntas respecto de la vigencia de la categorías tales como “memoria colectiva” o si nuestra identidad como comunidad está en juego y depende de la memoria para darnos respuestas respecto del pasado y del presente. Adoptar estas categorías implica compartir, al memos transitoriamente, que la historia tiende a resultar idealmente única, mientras la memoria es plural y su análisis posible de carácter cualitativo. Por otro lado, resultara necesario, pero no es el sentido del presente trabajo, profundizar para comprender cuáles son los límites de la memoria colectiva.

Algunos dispositivos del olvido

“¿Por qué esa obsesión por la memoria y el pasado,  
y por qué ese miedo a olvidar?”
 Andreas Huyssen[12]
En nuestro trabajo pretendemos dar la discusión, aun pendiente de resolución (si es esto acaso posible), entre las formas de memoria y los usos del olvido, para ello nos preguntamos ¿Qué es el olvido? ¿Qué tipos de olvidos pueden ser recurrentes en los testimonios que tomaremos? Y qué conceptos y categorías nos guiará en el recorrido que pretendemos dar para intervenir en las subjetividades que se representen respecto de nuestro sujeto, o en los demás entrevistados.
En una primera instancia partimos de la propuesta de Yerushalmi que afirma la importancia que tiene el olvido en el trabajo del historiador y en el de las ciencias sociales en general. Citando a Nietzsche nos indica la línea de su pensamiento: "el sentido no histórico y el sentido histórico son igualmente necesarios para la salud de un individuo, de una nación, de una civilización". Yerushalmi resalta la importancia de la colectividad, y de la relevancia de la memoria en la vida de los pueblos[13]. Originalmente la memoria colectiva se forma con la transmisión, de una generación a otra, de la tradición e historias de la cultura. Es así como el olvido ocurre "cuando la generación poseedora del pasado no lo transmite a la siguiente, o cuando ésta rechaza lo que recibió o cesa de transmitirlo a su vez.” Sin embargo, este olvido no significa entierro absoluto del pasado, sino que nos indica que grupos reducidos, a los que podríamos reconocer como grupos o sectores de una población, pueden recuperar y reafirmar una característica olvidada del pasado, convirtiéndola en tradición. En esto consiste la anámnesis[14].
Los distintos trabajos sobre militancia política,  publicados en la última década, han puesto al descubierto ciertas formas de la memoria que, al modo de Pollak, podríamos denominar “subterráneas”[15] y que generan  conflictos y adhesiones de unos grupos en oposición a otros, y por esto se produce una suerte de enfrentamientos de memorias en disputa. Posiblemente lo que hace confrontar a estas memorias es el lugar que representa el silencio.[16] El silencio parecería contribuir a la configuración de esa memoria subterránea. Las disputas entre memoria oficial y subterránea están vinculadas a fenómenos de dominación y a los silencios sobre el pasado, Pollak indica que ello debe ser interpretado como el resultado de las relaciones de oposición entre grupos que pugnan por los espacios de memoria en juego en una sociedad.
Abordamos la cuestión del olvido como una secuencia permanente, entre éste y la desaparición de las huellas, entre éste y la persistencia de las huellas, y entre éste en relación cono los usos y abusos de la memoria, es decir, no como una dialéctica sino como una continuidad entre olvido y permanencia de memoria. Para analizar de éste modo tomamos la propuesta de Ricoeur, para quien el estudio sobre el olvido no es sólo el de la memoria, sino que sólo puede haber olvido donde ha habido huella.[17]
Lo que buscamos en la narración de lo vivido, a partir de los testimonios de nuestros militantes, son esas las huellas y marcas vivenciales, que nos permitan reponer sentidos sobre lo que es memoria y valorar la dimensión y las subjetividades que le dan origen  a lo que es olvido. Para la construcción de sentidos y subjetividades adecuadas al presente, el recuerdo puede volverse traumático por causa de la repetición y constituirse en un obstáculo epistemológico. Por ello mantenemos la presunción de que la memoria no es custodia de las vivencias y percepciones del pasado como un depósito de recuerdos. Lo que se busca entonces, son las representaciones de las marcas, que ha dejado lo vivido, con cuyos sentidos se ha dejado registro.
Ricoeur, nos remite al prohibido olvidar[18] que trasunta la Ley judía Para dar cuenta de la preocupación, que una sociedad puede cargar a partir de una subjetividad social, cuya identidad parece amenazada por la culpa y la deuda con el pasado.
Nos comprometemos con la pregunta del epígrafe de éste apartado y a su tiempo intentaremos hacer nuestro aporte en el sentido que allí se interroga.

El testimonio. En búsqueda del recuerdo.
La principal operación historiográfica de nuestro trabajo, estará dada por la posibilidad de realizar las entrevistas necesarias para gestar un corpus suficiente tendiente a elaborar una mirada, sobre las subjetividades de nuestro sujeto en particular y los de su grupo de pertenencia.
La exhortación al sujeto, en torno a sus recuerdos vitales, esta destinada a reconstruir el relato que él hace de ese pasado y a su protagonismo activo o pasivo en esa historia; lo que se busca, a partir de las transmisiones del individuo, partido, movimiento o grupo, es que ponga a la luz de qué forma determinó esa reconstrucción y cuál o cuáles son los ejercicios de la memoria y del olvido.
Compartimos la idea de necesidad del testimonio, desarrollada por Carnovale, Lorenz, Pittaluga de la que se desprende el respeto del sujeto y de su relato, considerando esto como un punto de partida ponderando una perspectiva de sensibilidad y política, cuidado del testimonio  y la necesidad de un archivo, ya que abonando la idea de Primo Levi respecto de que los testimonios no son suficientes, sino que resulta imprescindible una constelación plural. El testimonio de un sobreviviente es un “deber”, pero su relato es siempre una búsqueda y nunca una imposición.[19]
Para Primo Levi[20] los testimonios de los sobrevivientes de los campos de concentración no son la verdad de lo ocurrido. La verdad desapareció junto a quienes expiaron los sufrimientos allí vividos, por esto podríamos decir que ésta resulta inaccesible. El sentido de esa realidad ya pasada, es repuesto a partir de los relatos de quienes pudieron “simplemente sobrevivir” y acopian de su relato, lo inalienable de lo ocurrido.
Un riesgo a tener en cuenta en la reconstrucción del pasado, a través de la entrevista al militante, está representado por la apelación que éste hará de la memoria y la posibilidad que esto le brindará  perseverarse en la reproducción de ese pasado que esta ligado a su identidad como sobreviviente. Para el individuo y para el grupo puede resultar tentador caer en una repetición de lo vivido y que esto ponga en peligro la sacralización de sus mártires o el cuestionamiento de sus verdades teóricas o retóricas.
El intento por descubrir, poner en evidencia, y comprender a partir de ese acto del lenguaje, producido en la entrevista, los espejismos de la verdad trascendente del personaje, y del grupo al que pertenece, nos permitirá analizar la objetividad y la subjetividad, durante y con posterioridad a la puesta en escena de ese pasado y su relación con el presente.
En suma creemos, como lo sostiene Pollak, que el acceso a la palabra pública y la publicación de una vida individual no depende de la notoriedad propia de una persona, sino de su estatuto de representante de un grupo. [21] El testimonio del militante, de nuestro trabajo, nos brindará las tensiones constitutivas de su memoria individual y la construcción colectiva de esa memoria.

A modo de cierre parcial
“El eterno retorno es ante todo victoria sobre el resentimiento,
posibilidad de querer eso que ha sido, de cambiar todo
lo que ‘así fue’ por un ‘así quise que fuera”
Nietzsche
Nos preguntamos cuál es el rol del testimonio frente a la necesidad de ampliar la noción de memoria, y la noción de memoria histórica, para enfrentar el reto de nuestra investigación.
En los trabajos de Ricoeur, en los que analiza la obra de Halbwachs, dice que sus afirmaciones son reticentes a resolver claramente la principal problemática que se formula en las siguientes preguntas: ¿Se ha fundido finalmente la historia en la memoria? Y ¿la memoria se ha expandido en memoria histórica? El filósofo parece suscribir la idea de que entre memoria es historia hay una convivencia forzada. Nosotros transitaremos nuestro camino de investigación desde ésta convicción, pero intentando sostener la significación de una convivencia necesaria entre la memoria histórica y la memoria colectiva.  
Esto no remite, al menos temporalmente a la posición de Nietzsche, para quien resulta necesario un equilibrio de fuerzas entre la memoria e historia. Por un lado, la adoración de la diosa memoria puede convidar a  una acumulación pesada de fuerzas que haga insoportable la existencia del presente y anule la creatividad que el tiempo actual requiere. Pero por otro lado, la anulación de la memoria, es decir, lo opuesto al caso anterior, conlleva también a la aniquilación del presente, ya que impide que el sujeto (la subjetividad) realice una ficción de identidad que pueda unir un pasado con un horizonte de expectativas, que constituya un futuro constituido por proyectos. Cómo se logra este equilibrio de una memoria que no sea agobiante y excesiva para el presente, pero al mismo tiempo, una memoria necesaria y útil para la posibilidad de la vida y el futuro.
Si la historia cuenta con el rasgo característico de la discontinuidad, relativa a la periodización del conocimiento propio; la memoria se nutre de la continuidad que le otorga la capacidad de ser considerada “viva”.
Que la memoria sirva a la reconstrucción de la historia y en favor del pasado y para respondernos a preguntas tales cómo: ¿Qué vínculos se pueden establecer entre el recuerdo, la repetición y la elaboración?
Lic, Ricardo Di Mario











Bibliografía

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Eco, Umberto. “Preámbulo”, en Academia Universal de las Culturas, ¿Por qué recordar?Barcelona, Granica, 2002.

Rousso Henry. “El estatuto del olvido”, en Academia Universal de las Culturas, ¿Por quérecordar? Barcelona, Granica, 2002.

Yerushalmi, Yosef. “Reflexiones sobre el olvido”, en VVAA, Usos del olvido. Buenos
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Halbwachs, Maurice. La memoria colectiva. Zaragoza, Prensas Universitarias de
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Jelin, Elizabeth. Los trabajos de la memoria. Madrid y Buenos Aires, Siglo XXI, 2002.

Nora, Pierre. “Entre memoria e historia. La problemática de los lugares”, en Lieux de
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Nora, Pierre. “La aventura de Lieux de mémoire”, en Ayer, n°. 32, 1998.

Nietzsche, F.  Sämtliche Werke. Kritische Studienausgabe in 15 Bände, Herausgegeben von G. Colli und M. Montinari, Berlin, Deutscher TaschenbuchVerlag‑de Gruyter, 1980. Se han utilizado las siguientes traducciones:
-------------------Así habló Zaratustra, Trad. Andrés Sánchez Pascual, Madrid, Alianza editorial, 1998,
------------------Ecce homo, Trad. A. Sánchez Pascual, Madrid, Alianza, 2002
------------------El Anticristo. Maldición sobre el cristianismo, Avellaneda, Caronte, 2006, “Prólogo” y §I - §XVI
------------------. La ciencia jovial, Caracas, Monte Ávila, 1996, §

Oberti, Alejandra y Pittaluga, Roberto. “Introducción”, en Memorias en montaje.
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Pollak, Michael. “Memoria e identidad social”, en Memoria, olvido y silencio. La Plata, Al Margen, 2006.

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Carnovale, Lorenz y Pitaluga (comps.), Historia, memoria y fuentes orales, Buenos Aires, Cedinci y Memoria Abierta, 2006.

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Huyssen, Andreas. “El Holocausto como historieta. Una lectura de ‘Maus’ de

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Pollak, Michael. “El testimonio”, en Memoria, olvido y silencio. La Plata, Al Margen, 2006.

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Ricoeur, Paul. La lectura del tiempo pasado: memoria y olvido. Madrid, UAM, 1999.




[1] Ver proyecto de tesis en archivo adjunto.
[2] Badiou, Alain Manifiesto por la filosofía. Nueva Visión. Bs.As. p1211995, p121. Badiou desarrolla la idea de una “subjetividad sin sujeto”
[3] Apuntes sobre el seminario de filosofía donde se analiza la subjetividad nietzcheana ”El superhombre de Nietzsche. Una subjetividad contemporánea” (seminario de maestría dictado por el Dr. Mario Lipsitz/2009 )
[4] Ramos, Ramón “Maurice Halbwachs y la memoria colectiva” pp68/70. (1989)
[5] Ob cid…
[6] Apuntes del autor (seminario de Filosofía) en el que se analiza la subjetividad nietzcheana” El superhombre de Nietzsche. Una subjetividad contemporánea” …la idea de que esta figura (la de superhembre nietzcheano)  da cuenta de la alteridad que atraviesa, que constituye una suerte de fantasma que nos asedia siempre en este oscilar entre la vida y la muerte que es la existencia; si el superhombre es aquello que nos señala que lo lejano y lo asimétrico nos constituyen desde siempre, y no la lógica de la reciprocidad y la simetría que no hace más que negar, olvidar, apartar la mirada del rostro del otro que atraviesa a la subjetividad. Si el superhombre es figura de la solidaridad, porque reconoce que su socio esencial es el otro, y que no puede negar al otro porque el otro constituye toda mismidad…

[7] Pollak, Michel Memoria, Olvido, Silencio. La producción social de identidades frente a situaciones límite. Ed. Al Margen, La Plata 2006. Pollak recurre a Henri Rousso, a P. Bourdieu y a L. Boltanski para argumentar en torno a “El encuadramiento de la memoria” que …el trabajo de encuadramiento de la memoria se alimenta del material de la historia. Ese material puede sin duda ser interpretado y combinado con un sinnúmero de referencias asociadas; guiando no solamente por la preocupación de mantener las fronteras sociales, sino también de modificarlas, ese trabajo reinterpreta incesantemente el pasado en función de los combates del presente y del futuro. pp 25/26
[8] Ob. cid. pág.25
[9] Maurice Halbwachs (2005) “Memoria individual y memoria colectiva”. Estudios Nº16. CEA-UNC. Argentina

[10] de Santos, Blas, I Jornadas de Historia de las Izquierdas, Buenos Aires 8 y 9 de diciembre de 2000, mesa 5: Pasado y presente del pensamiento de izquierda. CeDInCI.
[11] Ramos, Ramón Maurice Halbwachs y la memoria colectiva pp76/81. Los límites de la memoria son cada vez más frágiles, los marcos espaciotemporales que le dieron origen a las teorías halbwachsianas han sido modificados por una creciente abstracción del espacio, la inestabilidad y movilidad de la experiencia social y las dificultades para estabilizar las relaciones y los procesos sociales. Mientras se asentaba la necesidad de la construcción colectiva de la memoria propuesta por Halbwachs, surgía, por esa fragmentación de la que hablamos, una fuerte tendencia al olvido y a la amnesia.

[12] Huyssen, Andreas. “El Holocausto como historieta. Una lectura de ‘Maus’ de
Spiegelman”, en En busca del futuro perdido. Cultura y memoria en tiempos de
globalización. Fondo de Cultura Económica, México, 2002.
[13] Yerushalmi, Yosef  “Reflexiones sobre el olvido”, en VVAA, Usos del olvido. Buenos
Aires, Nueva Visión, 1989. Usa el ejemplo judío, por ser la memoria algo tan relevante en su tradición. Resalta que en su manejo de la historia está presente una característica que la modernidad olvida: la "halakhah", la Ley sagrada, la escala moral, el orden de valores: “En consecuencia, lo único que la memoria retiene es aquella historia que pueda integrarse en el sistema de valores de la halkhah.
[14] Para Yerushalmi, el historiador tiene la facultad -a través de su método de investigación- de producir una anamnesis profunda. Se trata de algo radicalmente nuevo, que recompone un pasado apenas reconocible para lo que la memoria colectiva retuvo. La independencia de la disciplina y su aspiración a la objetividad científica llevan a un desprendimiento cada vez mayor de los objetos inmediatos del grupo y, por lo tanto, no se puede encontrar dentro de ella una respuesta a la pregunta ¿en qué medida nos hace falta recordar y olvidar?  Dado que para la historia todo es digno de ser recordado.
[15] Pollak, “Memoria, olvido, silencio”, en Memoria, olvido y silencio. La Plata, Ed. Al Margen, 2006.

[16] Ibid. “el largo silencio sobre el pasado, lejos de conducir al olvido es la resistencia que una sociedad civil impotente opone al exceso de discursos oficiales”  p. 20

[17] Ricoeur, Paul. La memoria, la historia, el olvido. Buenos Aires. FCE. 2000.
Se examinan de manera sucesiva, en efecto, el olvido y la memoria impedida, el olvido y la memoria manipulada, y el olvido obligado, esto es, la amnistía. Con ello el autor arriba al umbral del tema objeto de un extenso análisis postergado: el perdón. Pp 577/581
[18] Ob cid. “Prohibido olvidar. ¿Por qué? Por varias razones que tienen que ver con la identidad tanto colectiva como personal. Para mantener la identidad, para mantenerla a lo largo del tiempo, e incluso contra el tiempo y su poder “destructor” (Aristóteles). No debemos olvidar para resistir el arruinamiento universal que amenaza a las huellas dejadas por los acontecimientos. Para conservar las raices de la identidad y mantener la dialéctica de la tradición y de la innovación hay que tratar de salvar las huellas. Ahora bien, entre esas huellas se encuentran también la heridas inflingidas por el curso violento de la historia a sus víctimas

[19] Objeto y sujeto. El doble carácter de la experiencia límite. Apuntes del autor en el seminario  “Memoria y Ciencias Sociales: objetos, abordajes y perspectivas” Dra. Claudia Feld. Ides 2009

[20] Levi, Primo. “Prefacio”, en Los hundidos y los salvados. Barcelona, Muchnik Editores,
2000.

[21] Pollak, M. ob cid (2006)

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