En busca de una noción de memoria
Lic.Ricardo Di Mario
…recordar es un trabajo, no un lujo…
La misteriosa llama de la reina Loana
Umberto, Eco
En el proyecto
de tesis de maestría[1] proponemos ocuparnos de las
subjetividades de los militantes a partir de una historia de vida. La intensión
es acercarnos a las subjetividades inmanentes a las prácticas sociales y
políticas de determinados actores, a través de la historia de un militante en
particular. Nos planteamos analizar las subjetividades, la construcción de
valores y las transformaciones identitarias de los militantes mediante un
acercamiento a la historia de vida de un sujeto
en particular y en correlación con otros testimonios orales, para intentar dar
cuenta de las características individuales de esa voz y establecer en qué medida se relaciona ésta con el colectivo al
que pertenece. Se nos presenta la necesidad de constituir una noción de memoria
y de subjetividad, para encuadrar el estudio a realizar, para dar cuenta de lo
que pensamos en torno a la subjetividad y desde qué noción de memoria
intentaremos recorrer ese camino.
Subjetividad con el sujeto / Una noción de “memoria”
Para la
aproximación que pretendemos y dada la naturaleza de nuestro objeto de estudio,
la elección del método y el carácter fragmentario del campo elegido, la decisión
más importante para iniciar el trabajo de investigación, que nos permita comprender
estas subjetividades, es intentar esbozar una noción de las categorías de
“subjetividad” y una noción de “memoria”
que se adoptarán, al menos provisoriamente, para abordar en un primera instancia
la relación entre sujeto y subjetividad.
Nuestra noción de subjetividad no se basa en la
propuesta de Badiou[2], que acota la pertenencia
de la política al orden de lo subjetivo, sino que puede ser adjudicado a un
sujeto concreto, en éste caso un militante, que permite el análisis de hechos y
comportamientos temporalmente ubicados. En éste sentido le otorga al sujeto el
reconocimiento de la determinación histórica que lo constituyó y el de la
responsabilidad de decidir si asume esa subjetividad de la que participa desde
un saber que no conoce o que ha construido fragmentariamente. En esta suerte de
rito de pasaje, en el que la subjetividad toma la determinación de sujeto, se
escribe la historia.
Por lo dicho
adscribimos a la categoría de superhombre
de Nietzsche que nos permite pensar un modo de ser de la subjetividad que da
cuenta de la alteridad como aquello que atraviesa toda supuesta mismidad y, en
este sentido, propone un nuevo tipo de subjetividad diferente a la establecida
por la modernidad (el último hombre). La cuestión del superhombre y la
problemática de la alteridad.[3]
Para el caso de “una historia de los militantes” debe tenerse
en cuenta que ésta tiene características
particulares. Si bien posee el valor de aportar elementos que tendrán significación
en términos de totalidad. Al mismo tiempo funciona por sí solo como verdadero
punto de resignificación, esto es uno de los problemas sin resolución a los que
nos lleva a reflexionar sobre los efectos que la historia reciente tiene para
el presente. Intentaremos utilizar la cualidad de la memoria de un individuo como
un “instrumento de indagación”, que revele reduccionismos frente al pasado y
nos brinde una posibilidad para sistematizar, en nombre de ese pasado, interpretaciones
y comportamientos de la realidad vivida por nuestro personaje. La pretensión es
ver si en torno a esos episodios vitales, cómo esos hechos individuales y
colectivos del pasado, merecen consideración en el presente.
La búsqueda a través del recuerdo, es decir de una memoria invocada, en torno a la historia
vivida, pretende evitar reduccionismos que puedan actuar como “distanciadores”
de los distintos sentidos de esa historia.
Por herencia
durkheniana, Halbwachs, sostiene que el recuerdo es una forma de representación
colectiva y que el pasado que se revive es una reactualización construida
siempre socialmente[4]. En cuanto a la memoria,
acordamos que sólo es posible la construcción de una memoria en tanto colectiva
y social. Esto implica sostener que si bien existe el recuerdo individual, por
más íntimo y privado que sea, nunca resulta aisladamente individual, sino que
esa construcción del pasado es de carácter socio comunitario. Por otro lado
creemos que la invención de la individualidad “actual” constituye la base de la
que depende toda relación de poder en términos de dominio, interacción e
intercambio. Todos los sistemas de poder, para un gran espectro de las ciencias
sociales contemporánea, se fundan en la interacción y el intercambio con este
modo de ser de la subjetividad.[5]
El sujeto de
nuestro trabajo, como militante de una organización política, recuerda a la
militancia, se recuerda a sí mismo y a otros en sus experiencias vitales, y al
hacerlo evoca un mundo habitado por otros, esos otros en los que encuentra
identidad, con los que construye identidad desde el presente.
Subjetividad e identidad / Historia y
memoria
El recuerdo nos permite trazar una
continuidad
en la experiencia y nos otorga identidad.
Halbwachs
Entre los vínculos
esenciales de la subjetividad está el de la identidad. El mecanismo de la
memoria establece el estado y el margen de diversidad con una mismidad,
en cuanto a lo inédito y a lo rígido del compromiso de identidad, que con sus
pares pueda tener nuestro personaje, aunque signifique la aceptación o el
rechazo en relación a su grupo de pertenencia.
Entre identidad
y memoria existe una dialéctica que se libra entre las modalidades simbólicas y
las peculiaridades de inscripción del pasado, en las que se inscriben las
distintas formas de registrar lo vivido en términos significantes, lo que hace
a una equivalencia simbólica que permite la sustitución de lo pasado por lo
presente y la traducción de lo desconocido a lo ya conocido para ratificarlo y
preservar la identidad en el conjunto de sus representaciones. Nos referimos al
recorrido que la memoria intenta, a partir de reproducir la experiencia vivida,
y que se presenta a la hora de recordar en forma de percepciones, de valores, de
lógicas, en suma de hechos, que determinan la construcción de una subjetividad.
En este proceso
se definen, en términos de identidad o de identificación, los atributos que
conformarán una subjetividad. [6]
Desde la
sociología se propone resolver algunos de los errores referidos a la categoría
de representación, que resulta necesario aclarar por las proyecciones que
puedan alcanzarse en el trabajo que se pretende. En éste sentido y como proceso
fundante de lo humano se tiene por condición y contexto una matriz siempre social
y que la identificación con el otro, como semejante, inaugura la idea de representación.
Es decir, el representante no precede al grupo, ni lo suplanta, el representante
funda al grupo que lo funda. Aunque es muy importante tener en cuenta que al
hablar de grupo, como lo analiza Pollak recurriendo a varios autores[7], es
adecuado hablar de una memoria encuadrada (término más específico que memoria
colectiva) para mantener la cohesión interna y defender las fronteras de
aquello que un conjunto tiene en común, en lo cual se incluye el territorio; he
aquí las dos funciones esenciales de la memoria común. Pero sostiene que: todo
trabajo de encuadramiento de una memoria tiene límites, ya que no puede ser
construida arbitrariamente.[8]
Pretendemos recorrer, en el transcurso del trabajo de tesis, las formas de encuadramiento que podamos reconocer y que
nos permita, con los instrumentos de la historia oral, estudiar de qué manera
las memorias son construidas y reconstruidas, y dar cuenta de las tensiones y los límites entre memoria/imagen “oficial”
y los recuerdos personales del sujeto/fuente de nuestro trabajo.
Las identidades
que pueden aparecer en este recorrido, comprimen los enredos de sentido que relacionan
redes simbólicas propias con las que vienen de la cultura y del campo social de
pertenencia, que nos dirigen a referentes ideales alrededor de los cuales se narran
los continuos correlatos de la práctica acontecida, con los datos que el
presente incorpora en una controversia entre ambas por el predominio de un
discurso dominante respecto del pasado que se pretende historiar.
Esta
confrontación resuelve el estado que la subjetividad adoptará en el presente. El
caudal simbólico y material de los que el trabajo de la historia se sirve,
provienen tanto de lo experimentado por la comunidad de pertenencia, como del
dinamismo que podamos reconocer en ese grupo y en el sujeto. No perdemos de
vista que por interesante que pueda resultar analizar los sentidos y las
identidades del comportamiento, conocido y por conocer del grupo y del
individuo con los que se trabaja, lo complejo estará representado por nuestra
pretensión de desentrañar las subjetividades para entender al proceso en
cuestión y al sujeto de referencia.
Es importante
tener en cuenta que para abordar un trabajo como el que pretendemos, es muy
probable que se presenten dificultades al momento de someterse a la experiencia
pasada, a través de las influencias de las subjetividades, es posible que éstas
estén en contraste con el presente, especialmente cuando la “realidad narrada”
aparezca en tensión con lo consagrado por otras memorias. En estos casos, memoria
y subjetividad, pueden constituir desacuerdos en la tarea de reconstrucción del
pasado, y estos desencuentros pueden llevarnos a nuevas encrucijadas. De todos
modos la memoria convive con los recuerdos de los otros, ya sea compartida o
cuestionada, es siempre colectiva. Por otro lado la memoria tiene cierta
ventaja sobre el tiempo en cuanto a que ya sabe como terminó lo que aconteció,
esto le permite reconstruir desde el presente y además cargar de identidad al
que recuerda, aunque también signifiquen riesgos para el historiador.
La noción de
memoria que adoptamos, en nuestro trabajo de investigación, se afirma en la
premisa de que el pasado que reconstruimos, en
éste caso a partir de una historia de vida, está siempre abierto a
reelaboraciones y atento a las solicitudes del presente.[9]
Entendemos a la
historia como parte de la operación social de la memoria obrando ante las tensiones
que se producen entre la dinámica de lo vivido y la pasividad de lo acontecido,
tratando de representar sentidos para
el presente. El edificio de la histórica
se construye interviniendo en un fragmento de lo pasado, inscribiendo lo sucedido
en las líneas simbólicas e imaginarias, en las que ubica una representación de carácter político o social. Esta operación,
como lo sostiene Blas de Santos, implica
el pasaje, desde la inmediatez plena e intransmisible de lo vivido, al plano
comunicable pero discreto, de lo discursivo. O sea, la de la abstracción, la
objetivización y la universalización propia del concepto. Una transcripción que
involucra la transposición del sentido de lo personal-privado- al orden de lo
público y el acceso de la construcción de significaciones al campo de lo
colectivo y a la participación democrática, igualitaria y libre de su gestión
cualquiera sea las condiciones en que deba llevarse a cabo. En ese pase, lo
incomparable e intraducible de las propias historias, se re-escribe como materia de la Historia de todos.(…)El problema ocurre cuando nuevas realidades exponen a la
subjetividad a que arriesgue su identidad, descartando antiguas significaciones
o resignificándolas. Este riesgo es el de una periodización de lo vivido en
exclusividad, que siente como pérdida resignar esa privacidad ilusoria
amenazada por la inclusión en los universos de sentido compartidos ganando, en
cambio, la falta de objetividad que la universalidad de lo común pudieran darle.[10]
Compartimos el
análisis que reconoce a la historia no como un paralelo de la memoria
colectiva, sino como una forma alternativa de la reconstrucción del pasado. Es
Halbwachs quien destaca que la historia difiere de la memoria tanto en sus
contenidos como en su manera de reconstruir y hacer significativo el pasado.
Afirma que el pasado que representa la historia, es un pasado muerto y que
contrasta con el pasado vivo y vivido de la memoria.
Nos cabe
reflexionar acerca de si la mirada halbwachsiana, nace como una teoría crepuscular como lo interpreta Ramos[11] o si mantiene su
sentido ontológico para comprender las sociedades del presente, respondernos a
las preguntas respecto de la vigencia de la categorías tales como “memoria
colectiva” o si nuestra identidad como comunidad está en juego y depende de la
memoria para darnos respuestas respecto del pasado y del presente. Adoptar
estas categorías implica compartir, al memos transitoriamente, que la historia
tiende a resultar idealmente única, mientras la memoria es plural y su análisis
posible de carácter cualitativo. Por otro lado, resultara necesario, pero no es
el sentido del presente trabajo, profundizar para comprender cuáles son los límites de la memoria colectiva.
Algunos dispositivos del olvido
“¿Por qué esa obsesión por la memoria y el pasado,
y por qué ese miedo a olvidar?”
Andreas Huyssen[12]
En nuestro
trabajo pretendemos dar la discusión, aun pendiente de resolución (si es esto
acaso posible), entre las formas de memoria y los usos del olvido, para ello
nos preguntamos ¿Qué es el olvido? ¿Qué tipos de olvidos pueden ser recurrentes
en los testimonios que tomaremos? Y qué conceptos y categorías nos guiará en el
recorrido que pretendemos dar para intervenir
en las subjetividades que se representen
respecto de nuestro sujeto, o en los demás entrevistados.
En una primera instancia
partimos de la propuesta de Yerushalmi que afirma la importancia que
tiene el olvido en el trabajo
del historiador y en el de las ciencias sociales en general. Citando a Nietzsche
nos indica la línea de su pensamiento: "el sentido no histórico y el
sentido histórico son igualmente necesarios para la salud de un individuo, de
una nación, de una civilización". Yerushalmi resalta la
importancia de la colectividad, y de la relevancia de la memoria en la vida de
los pueblos[13]. Originalmente
la memoria colectiva se
forma con la transmisión, de una generación a otra, de la tradición e historias
de la cultura. Es así como el olvido ocurre "cuando la generación
poseedora del pasado no lo transmite a la siguiente, o cuando ésta rechaza lo
que recibió o cesa de transmitirlo a su vez.” Sin embargo, este olvido no
significa entierro absoluto del pasado, sino que nos indica que grupos reducidos,
a los que podríamos reconocer como grupos o sectores de una población, pueden
recuperar y reafirmar una característica olvidada del pasado, convirtiéndola en
tradición. En esto consiste la anámnesis[14].
Los distintos
trabajos sobre militancia política, publicados
en la última década, han puesto al descubierto ciertas formas de la memoria
que, al modo de Pollak, podríamos denominar “subterráneas”[15] y
que generan conflictos y adhesiones de
unos grupos en oposición a otros, y por esto se produce una suerte de
enfrentamientos de memorias en disputa. Posiblemente
lo que hace confrontar a estas memorias es el lugar que representa el silencio.[16] El
silencio parecería contribuir a la configuración de esa memoria subterránea. Las disputas entre memoria oficial y
subterránea están vinculadas a fenómenos de dominación y a los silencios sobre
el pasado, Pollak indica que ello debe ser interpretado como el resultado de las
relaciones de oposición entre grupos que pugnan por los espacios de memoria en
juego en una sociedad.
Abordamos la cuestión del olvido como una secuencia
permanente, entre éste y la desaparición de las huellas, entre éste y la persistencia
de las huellas, y entre éste en relación cono los usos y abusos de la memoria,
es decir, no como una dialéctica sino como una continuidad entre olvido y permanencia
de memoria. Para analizar de éste modo tomamos la propuesta de Ricoeur, para
quien el estudio sobre el olvido no es sólo el de la memoria, sino que sólo
puede haber olvido donde ha habido huella.[17]
Lo que buscamos
en la narración de lo vivido, a partir de los testimonios de nuestros
militantes, son esas las huellas y marcas vivenciales, que nos permitan reponer
sentidos sobre lo que es memoria y valorar la dimensión y las subjetividades
que le dan origen a lo que es olvido. Para
la construcción de sentidos y subjetividades adecuadas al presente, el recuerdo
puede volverse traumático por causa de la repetición y constituirse en un
obstáculo epistemológico. Por ello mantenemos la presunción de que la memoria
no es custodia de las vivencias y percepciones del pasado como un depósito de
recuerdos. Lo que se busca entonces, son las representaciones de las marcas,
que ha dejado lo vivido, con cuyos sentidos se ha dejado registro.
Ricoeur, nos remite
al prohibido olvidar[18] que trasunta
la Ley judía Para
dar cuenta de la preocupación, que una sociedad puede cargar a partir de una
subjetividad social, cuya identidad parece amenazada por la culpa y la deuda con
el pasado.
Nos
comprometemos con la pregunta del epígrafe de éste apartado y a su tiempo
intentaremos hacer nuestro aporte en el sentido que allí se interroga.
El testimonio. En búsqueda del recuerdo.
La principal operación
historiográfica de nuestro trabajo, estará dada por la posibilidad de realizar
las entrevistas necesarias para gestar un corpus suficiente tendiente a
elaborar una mirada, sobre las subjetividades de nuestro sujeto en particular y
los de su grupo de pertenencia.
La exhortación
al sujeto, en torno a sus recuerdos vitales, esta destinada a reconstruir el
relato que él hace de ese pasado y a su protagonismo activo o pasivo en esa
historia; lo que se busca, a partir de las transmisiones del individuo,
partido, movimiento o grupo, es que ponga a la luz de qué forma determinó esa
reconstrucción y cuál o cuáles son los ejercicios de la memoria y del olvido.
Compartimos la idea de necesidad del
testimonio, desarrollada por Carnovale, Lorenz, Pittaluga de la que se
desprende el respeto del sujeto y de su relato, considerando esto como un punto
de partida ponderando una perspectiva de sensibilidad y política, cuidado del
testimonio y la necesidad de un archivo,
ya que abonando la idea de Primo Levi respecto de que los testimonios no son
suficientes, sino que resulta imprescindible una constelación plural. El
testimonio de un sobreviviente es un “deber”, pero su relato es siempre una
búsqueda y nunca una imposición.[19]
Para Primo Levi[20] los
testimonios de los sobrevivientes de los campos de concentración no son la
verdad de lo ocurrido. La verdad desapareció
junto a quienes expiaron los sufrimientos allí vividos, por esto podríamos
decir que ésta resulta inaccesible. El sentido de esa realidad ya pasada, es
repuesto a partir de los relatos de quienes pudieron “simplemente sobrevivir” y
acopian de su relato, lo inalienable de lo ocurrido.
Un riesgo a
tener en cuenta en la reconstrucción del pasado, a través de la entrevista al
militante, está representado por la apelación que éste hará de la memoria y la
posibilidad que esto le brindará perseverarse en la reproducción de ese
pasado que esta ligado a su identidad como sobreviviente. Para el individuo y para
el grupo puede resultar tentador caer en una repetición de lo vivido y que esto
ponga en peligro la sacralización de sus mártires o el cuestionamiento de sus
verdades teóricas o retóricas.
El intento por
descubrir, poner en evidencia, y comprender a partir de ese acto del lenguaje,
producido en la entrevista, los espejismos de la verdad trascendente del
personaje, y del grupo al que pertenece, nos permitirá analizar la objetividad
y la subjetividad, durante y con posterioridad a la puesta en escena de ese
pasado y su relación con el presente.
En suma creemos,
como lo sostiene Pollak, que el acceso a
la palabra pública y la publicación de una vida individual no depende de la
notoriedad propia de una persona, sino de su estatuto de representante de un
grupo. [21] El testimonio del
militante, de nuestro trabajo, nos brindará las tensiones constitutivas de su
memoria individual y la construcción colectiva de esa memoria.
A modo de cierre parcial
“El eterno retorno es ante
todo victoria sobre el resentimiento,
posibilidad de querer eso que ha sido, de
cambiar todo
lo que ‘así fue’ por un ‘así quise que fuera”
Nietzsche
Nos preguntamos
cuál es el rol del testimonio frente a la necesidad de ampliar la noción de
memoria, y la noción de memoria histórica, para enfrentar el reto de nuestra
investigación.
En los trabajos
de Ricoeur, en los que analiza la obra de Halbwachs, dice que sus afirmaciones
son reticentes a resolver claramente la principal problemática que se formula
en las siguientes preguntas: ¿Se ha fundido finalmente la historia en la
memoria? Y ¿la memoria se ha expandido en memoria histórica? El filósofo parece
suscribir la idea de que entre memoria es historia hay una convivencia forzada. Nosotros transitaremos nuestro camino de
investigación desde ésta convicción, pero intentando sostener la significación de
una convivencia necesaria entre la
memoria histórica y la memoria colectiva.
Esto no remite, al menos
temporalmente a la posición de Nietzsche, para quien resulta
necesario un equilibrio de fuerzas entre la memoria e historia. Por un
lado, la adoración de la diosa memoria puede convidar a una acumulación pesada de
fuerzas que haga insoportable la existencia del presente y anule la creatividad
que el tiempo actual requiere. Pero por otro lado, la anulación de la memoria,
es decir, lo opuesto al caso anterior, conlleva también a la aniquilación del
presente, ya que impide que el sujeto (la
subjetividad) realice una ficción de identidad que pueda unir un pasado con
un horizonte de expectativas, que constituya un futuro constituido por
proyectos. Cómo se logra este equilibrio de una memoria que no sea agobiante y
excesiva para el presente, pero al mismo tiempo, una memoria necesaria y útil
para la posibilidad de la vida y el futuro.
Si la historia
cuenta con el rasgo característico de la discontinuidad, relativa a la
periodización del conocimiento propio; la memoria se nutre de la continuidad
que le otorga la capacidad de ser considerada “viva”.
Que la memoria
sirva a la reconstrucción de la historia y en favor del pasado y para
respondernos a preguntas tales cómo: ¿Qué vínculos se pueden establecer entre
el recuerdo, la repetición y la elaboración?
Lic, Ricardo Di Mario
Bibliografía
Badiou, Alain
Manifiesto por la filosofía. Nueva
Visión. Bs.As.
Eco, Umberto. “Preámbulo”, en Academia Universal de las
Culturas, ¿Por qué recordar?Barcelona, Granica, 2002.
Rousso Henry. “El estatuto del olvido”, en Academia
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Yerushalmi, Yosef. “Reflexiones sobre el olvido”, en VVAA, Usos
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Halbwachs, Maurice. La memoria colectiva. Zaragoza,
Prensas Universitarias de
Zaragoza, 2004.
Jelin, Elizabeth. Los trabajos de la memoria. Madrid
y Buenos Aires, Siglo XXI, 2002.
Nora, Pierre. “Entre memoria e historia. La problemática de
los lugares”, en Lieux de
Mémoire I: La République. París ,
Gallimard, 1984. (traducción al castellano en mímeo)
Nora, Pierre. “La aventura de Lieux de mémoire”, en Ayer,
n°. 32, 1998.
Nietzsche, F. Sämtliche
Werke. Kritische Studienausgabe in 15 Bände, Herausgegeben von G. Colli und
M. Montinari, Berlin, Deutscher TaschenbuchVerlag‑de Gruyter, 1980. Se
han utilizado las siguientes traducciones:
-------------------Así habló Zaratustra,
Trad. Andrés Sánchez Pascual, Madrid, Alianza editorial, 1998,
------------------Ecce homo, Trad. A.
Sánchez Pascual, Madrid, Alianza, 2002
------------------El Anticristo. Maldición sobre el
cristianismo, Avellaneda, Caronte, 2006, “Prólogo” y §I - §XVI
------------------. La
ciencia jovial, Caracas, Monte Ávila, 1996, §
Oberti, Alejandra y Pittaluga, Roberto. “Introducción”, en Memorias
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Fondo de Cultura Económica. 2000.
Ricoeur, Paul. La lectura del tiempo pasado: memoria y olvido.
Madrid, UAM, 1999.
[1] Ver proyecto de tesis en archivo adjunto.
[2] Badiou, Alain Manifiesto por la filosofía. Nueva Visión. Bs.As. p1211995, p121.
Badiou desarrolla la idea de una “subjetividad sin sujeto”
[3] Apuntes sobre el seminario de filosofía donde se analiza la
subjetividad nietzcheana ”El superhombre de Nietzsche. Una subjetividad
contemporánea” (seminario de maestría dictado por el Dr. Mario Lipsitz/2009
)
[4] Ramos, Ramón “Maurice Halbwachs y la memoria
colectiva” pp68/70. (1989)
[5] Ob cid…
[6] Apuntes del autor
(seminario de Filosofía) en el que se analiza la subjetividad nietzcheana” El
superhombre de Nietzsche. Una subjetividad contemporánea” …la idea de que esta figura (la
de superhembre nietzcheano) da
cuenta de la alteridad que atraviesa, que constituye una suerte de fantasma que
nos asedia siempre en este oscilar entre la vida y la muerte que es la
existencia; si el superhombre es aquello que nos señala que lo lejano y lo
asimétrico nos constituyen desde siempre, y no la lógica de la reciprocidad y
la simetría que no hace más que negar, olvidar, apartar la mirada del rostro
del otro que atraviesa a la subjetividad. Si el superhombre es figura de la
solidaridad, porque reconoce que su socio esencial es el otro, y que no puede
negar al otro porque el otro constituye toda mismidad…
[7] Pollak, Michel Memoria, Olvido, Silencio. La producción social de identidades frente a
situaciones límite. Ed. Al Margen, La Plata 2006. Pollak recurre a Henri Rousso, a P.
Bourdieu y a L. Boltanski para argumentar en torno a “El encuadramiento de la
memoria” que …el trabajo de encuadramiento de la memoria se alimenta del
material de la historia. Ese material puede sin duda ser interpretado y
combinado con un sinnúmero de referencias asociadas; guiando no solamente por
la preocupación de mantener las fronteras sociales, sino también de
modificarlas, ese trabajo reinterpreta incesantemente el pasado en función de
los combates del presente y del futuro. pp 25/26
[8] Ob. cid. pág.25
[9] Maurice Halbwachs (2005) “Memoria individual y memoria
colectiva”. Estudios Nº16. CEA-UNC.
Argentina
[10] de Santos, Blas, I
Jornadas de Historia de las Izquierdas, Buenos Aires 8 y 9 de diciembre de
2000, mesa 5: Pasado y presente del pensamiento de izquierda. CeDInCI.
[11] Ramos, Ramón Maurice
Halbwachs y la memoria colectiva pp76/81. Los límites de la memoria son
cada vez más frágiles, los marcos espaciotemporales que le dieron origen a las
teorías halbwachsianas han sido modificados por una creciente abstracción del
espacio, la inestabilidad y movilidad de la experiencia social y las
dificultades para estabilizar las relaciones y los procesos sociales. Mientras
se asentaba la necesidad de la construcción colectiva de la memoria propuesta
por Halbwachs, surgía, por esa fragmentación de la que hablamos, una fuerte
tendencia al olvido y a la amnesia.
[12] Huyssen, Andreas. “El Holocausto como historieta. Una lectura de ‘Maus’
de
Spiegelman”, en En busca
del futuro perdido. Cultura y memoria en tiempos de
globalización. Fondo de Cultura Económica, México, 2002.
[13] Yerushalmi,
Yosef “Reflexiones sobre el olvido”, en VVAA, Usos
del olvido. Buenos
Aires, Nueva Visión, 1989. Usa el ejemplo
judío, por ser la memoria algo tan relevante en su tradición. Resalta que en su
manejo de la historia está presente una característica que la modernidad
olvida: la "halakhah", la
Ley sagrada, la escala moral, el orden de valores: “En
consecuencia, lo único que la memoria retiene es aquella historia que pueda
integrarse en el sistema de valores de la halkhah.
[14] Para Yerushalmi, el historiador
tiene la facultad -a través de su método de investigación- de producir una
anamnesis profunda. Se trata de algo radicalmente nuevo, que recompone un
pasado apenas reconocible para lo que la memoria colectiva retuvo. La
independencia de la disciplina y su aspiración a la objetividad científica
llevan a un desprendimiento cada vez mayor de los objetos inmediatos del grupo
y, por lo tanto, no se puede encontrar dentro de ella una respuesta a la
pregunta ¿en qué medida nos hace falta recordar y olvidar? Dado que para la historia todo es digno de
ser recordado.
[15] Pollak, “Memoria, olvido, silencio”, en Memoria,
olvido y silencio. La Plata ,
Ed. Al Margen, 2006.
[16] Ibid. “el largo
silencio sobre el pasado, lejos de conducir al olvido es la resistencia que una
sociedad civil impotente opone al
exceso de discursos oficiales” p. 20
[17] Ricoeur, Paul. La memoria, la historia, el olvido. Buenos Aires. FCE. 2000.
Se examinan de manera sucesiva, en efecto, el olvido y
la memoria impedida, el olvido y la memoria manipulada, y el olvido obligado,
esto es, la amnistía. Con ello el autor arriba al umbral del tema objeto de un
extenso análisis postergado: el perdón. Pp 577/581
[18] Ob cid. “Prohibido olvidar. ¿Por qué? Por varias razones
que tienen que ver con la identidad tanto colectiva como personal. Para
mantener la identidad, para mantenerla a lo largo del tiempo, e incluso contra
el tiempo y su poder “destructor” (Aristóteles). No debemos olvidar para
resistir el arruinamiento universal que amenaza a las huellas dejadas por los
acontecimientos. Para conservar las raices de la identidad y mantener la
dialéctica de la tradición y de la innovación hay que tratar de salvar las
huellas. Ahora bien, entre esas huellas se encuentran también la heridas
inflingidas por el curso violento de la historia a sus víctimas”
[19] Objeto y sujeto. El
doble carácter de la experiencia límite. Apuntes del autor en el seminario “Memoria y
Ciencias Sociales: objetos, abordajes y perspectivas” Dra. Claudia Feld. Ides
2009
[21] Pollak, M. ob cid (2006)
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