jueves, 20 de junio de 2013

En búsqueda de una noción de "Memoria"


En busca de una noción de memoria
Lic.Ricardo Di Mario
recordar es un trabajo, no un lujo…
La misteriosa llama de la reina Loana
Umberto, Eco

En el proyecto de tesis de maestría[1] proponemos ocuparnos de las subjetividades de los militantes a partir de una historia de vida. La intensión es acercarnos a las subjetividades inmanentes a las prácticas sociales y políticas de determinados actores, a través de la historia de un militante en particular. Nos planteamos analizar las subjetividades, la construcción de valores y las transformaciones identitarias de los militantes mediante un acercamiento a la historia de vida de un sujeto en particular y en correlación con otros testimonios orales, para intentar dar cuenta de las características individuales de esa voz y establecer en qué medida se relaciona ésta con el colectivo al que pertenece. Se nos presenta la necesidad de constituir una noción de memoria y de subjetividad, para encuadrar el estudio a realizar, para dar cuenta de lo que pensamos en torno a la subjetividad y desde qué noción de memoria intentaremos recorrer ese camino.

Subjetividad con el sujeto /  Una noción de “memoria”
Para la aproximación que pretendemos y dada la naturaleza de nuestro objeto de estudio, la elección del método y el carácter fragmentario del campo elegido, la decisión más importante para iniciar el trabajo de investigación, que nos permita comprender estas subjetividades, es intentar esbozar una noción de las categorías de “subjetividad” y una noción de  “memoria” que se adoptarán, al menos provisoriamente, para abordar en un primera instancia la relación entre sujeto y subjetividad.
Nuestra noción de subjetividad no se basa en la propuesta de Badiou[2], que acota la pertenencia de la política al orden de lo subjetivo, sino que puede ser adjudicado a un sujeto concreto, en éste caso un militante, que permite el análisis de hechos y comportamientos temporalmente ubicados. En éste sentido le otorga al sujeto el reconocimiento de la determinación histórica que lo constituyó y el de la responsabilidad de decidir si asume esa subjetividad de la que participa desde un saber que no conoce o que ha construido fragmentariamente. En esta suerte de rito de pasaje, en el que la  subjetividad toma la determinación de sujeto, se escribe la historia.
Por lo dicho adscribimos a la categoría de superhombre de Nietzsche que nos permite pensar un modo de ser de la subjetividad que da cuenta de la alteridad como aquello que atraviesa toda supuesta mismidad y, en este sentido, propone un nuevo tipo de subjetividad diferente a la establecida por la modernidad (el último hombre). La cuestión del superhombre  y la problemática de la alteridad.[3]
Para el caso de  “una historia de los militantes” debe tenerse en cuenta que ésta  tiene características particulares. Si bien posee el valor de aportar elementos que tendrán significación en términos de totalidad. Al mismo tiempo funciona por sí solo como verdadero punto de resignificación, esto es uno de los problemas sin resolución a los que nos lleva a reflexionar sobre los efectos que la historia reciente tiene para el presente. Intentaremos utilizar la cualidad de la memoria de un individuo como un “instrumento de indagación”, que revele reduccionismos frente al pasado y nos brinde una posibilidad para sistematizar, en nombre de ese pasado, interpretaciones y comportamientos de la realidad vivida por nuestro personaje. La pretensión es ver si en torno a esos episodios vitales, cómo esos hechos individuales y colectivos del pasado, merecen consideración en el presente.
La  búsqueda a través del recuerdo, es decir de una memoria invocada, en torno a la historia vivida, pretende evitar reduccionismos que puedan actuar como “distanciadores” de los distintos sentidos de esa historia.
Por herencia durkheniana, Halbwachs, sostiene que el recuerdo es una forma de representación colectiva y que el pasado que se revive es una reactualización construida siempre socialmente[4]. En cuanto a la memoria, acordamos que sólo es posible la construcción de una memoria en tanto colectiva y social. Esto implica sostener que si bien existe el recuerdo individual, por más íntimo y privado que sea, nunca resulta aisladamente individual, sino que esa construcción del pasado es de carácter socio comunitario. Por otro lado creemos que la invención de la individualidad “actual” constituye la base de la que depende toda relación de poder en términos de dominio, interacción e intercambio. Todos los sistemas de poder, para un gran espectro de las ciencias sociales contemporánea, se fundan en la interacción y el intercambio con este modo de ser de la subjetividad.[5]
El sujeto de nuestro trabajo, como militante de una organización política, recuerda a la militancia, se recuerda a sí mismo y a otros en sus experiencias vitales, y al hacerlo evoca un mundo habitado por otros, esos otros en los que encuentra identidad, con los que construye identidad desde el presente.

Subjetividad e identidad / Historia y memoria

El recuerdo nos permite trazar una continuidad
 en la experiencia y nos otorga identidad.
 Halbwachs  
Entre los vínculos esenciales de la subjetividad está el de la identidad. El mecanismo de la memoria establece el estado y el margen de diversidad con una mismidad, en cuanto a lo inédito y a lo rígido del compromiso de identidad, que con sus pares pueda tener nuestro personaje, aunque signifique la aceptación o el rechazo en relación a su grupo de pertenencia.
Entre identidad y memoria existe una dialéctica que se libra entre las modalidades simbólicas y las peculiaridades de inscripción del pasado, en las que se inscriben las distintas formas de registrar lo vivido en términos significantes, lo que hace a una equivalencia simbólica que permite la sustitución de lo pasado por lo presente y la traducción de lo desconocido a lo ya conocido para ratificarlo y preservar la identidad en el conjunto de sus representaciones. Nos referimos al recorrido que la memoria intenta, a partir de reproducir la experiencia vivida, y que se presenta a la hora de recordar en forma de percepciones, de valores, de lógicas, en suma de hechos, que determinan la construcción de una subjetividad.
En este proceso se definen, en términos de identidad o de identificación, los atributos que conformarán una subjetividad. [6]
Desde la sociología se propone resolver algunos de los errores referidos a la categoría de representación, que resulta necesario aclarar por las proyecciones que puedan alcanzarse en el trabajo que se pretende. En éste sentido y como proceso fundante de lo humano se tiene por condición y contexto una matriz siempre social y que la identificación con el otro, como  semejante, inaugura la idea de representación. Es decir, el representante no precede al grupo, ni lo suplanta, el representante funda al grupo que lo funda. Aunque es muy importante tener en cuenta que al hablar de grupo, como lo analiza Pollak recurriendo a varios autores[7], es adecuado hablar de una memoria encuadrada (término más específico que memoria colectiva) para mantener la cohesión interna y defender las fronteras de aquello que un conjunto tiene en común, en lo cual se incluye el territorio; he aquí las dos funciones esenciales de la memoria común. Pero sostiene que: todo trabajo de encuadramiento de una memoria tiene límites, ya que no puede ser construida arbitrariamente.[8] Pretendemos recorrer, en el transcurso del trabajo de tesis, las formas  de encuadramiento que podamos reconocer y que nos permita, con los instrumentos de la historia oral, estudiar de qué manera las memorias son construidas y reconstruidas, y dar cuenta de las tensiones  y los límites entre memoria/imagen “oficial” y los recuerdos personales del sujeto/fuente de nuestro trabajo.
Las identidades que pueden aparecer en este recorrido, comprimen los enredos de sentido que relacionan redes simbólicas propias con las que vienen de la cultura y del campo social de pertenencia, que nos dirigen a referentes ideales alrededor de los cuales se narran los continuos correlatos de la práctica acontecida, con los datos que el presente incorpora en una controversia entre ambas por el predominio de un discurso dominante respecto del pasado que se pretende historiar.
Esta confrontación resuelve el estado que la subjetividad adoptará en el presente. El caudal simbólico y material de los que el trabajo de la historia se sirve, provienen tanto de lo experimentado por la comunidad de pertenencia, como del dinamismo que podamos reconocer en ese grupo y en el sujeto. No perdemos de vista que por interesante que pueda resultar analizar los sentidos y las identidades del comportamiento, conocido y por conocer del grupo y del individuo con los que se trabaja, lo complejo estará representado por nuestra pretensión de desentrañar las subjetividades para entender al proceso en cuestión y al sujeto de referencia.
Es importante tener en cuenta que para abordar un trabajo como el que pretendemos, es muy probable que se presenten dificultades al momento de someterse a la experiencia pasada, a través de las influencias de las subjetividades, es posible que éstas estén en contraste con el presente, especialmente cuando la “realidad narrada” aparezca en tensión con lo consagrado por otras memorias. En estos casos, memoria y subjetividad, pueden constituir desacuerdos en la tarea de reconstrucción del pasado, y estos desencuentros pueden llevarnos a nuevas encrucijadas. De todos modos la memoria convive con los recuerdos de los otros, ya sea compartida o cuestionada, es siempre colectiva. Por otro lado la memoria tiene cierta ventaja sobre el tiempo en cuanto a que ya sabe como terminó lo que aconteció, esto le permite reconstruir desde el presente y además cargar de identidad al que recuerda, aunque también signifiquen riesgos para el historiador.
La noción de memoria que adoptamos, en nuestro trabajo de investigación, se afirma en la premisa de que el pasado que reconstruimos, en éste caso a partir de una historia de vida, está siempre abierto a reelaboraciones y atento a las solicitudes del presente.[9]
Entendemos a la historia como parte de la operación social de la memoria obrando ante las tensiones que se producen entre la dinámica de lo vivido y la pasividad de lo acontecido, tratando de representar sentidos para el presente.  El edificio de la histórica se construye interviniendo en un fragmento de lo pasado, inscribiendo lo sucedido en las líneas simbólicas e imaginarias, en las que ubica una representación  de carácter político o social. Esta operación, como lo sostiene Blas de Santos, implica el pasaje, desde la inmediatez plena e intransmisible de lo vivido, al plano comunicable pero discreto, de lo discursivo. O sea, la de la abstracción, la objetivización y la universalización propia del concepto. Una transcripción que involucra la transposición del sentido de lo personal-privado- al orden de lo público y el acceso de la construcción de significaciones al campo de lo colectivo y a la participación democrática, igualitaria y libre de su gestión cualquiera sea las condiciones en que deba llevarse a cabo. En ese pase, lo incomparable e intraducible de las propias historias, se re-escribe como materia de la Historia de todos.(…)El problema ocurre cuando nuevas realidades exponen a la subjetividad a que arriesgue su identidad, descartando antiguas significaciones o resignificándolas. Este riesgo es el de una periodización de lo vivido en exclusividad, que siente como pérdida resignar esa privacidad ilusoria amenazada por la inclusión en los universos de sentido compartidos ganando, en cambio, la falta de objetividad que la universalidad de lo común pudieran darle.[10]
Compartimos el análisis que reconoce a la historia no como un paralelo de la memoria colectiva, sino como una forma alternativa de la reconstrucción del pasado. Es Halbwachs quien destaca que la historia difiere de la memoria tanto en sus contenidos como en su manera de reconstruir y hacer significativo el pasado. Afirma que el pasado que representa la historia, es un pasado muerto y que contrasta con el pasado vivo y vivido de la memoria.
Nos cabe reflexionar acerca de si la mirada halbwachsiana, nace como una teoría crepuscular como lo interpreta Ramos[11] o si mantiene su sentido ontológico para comprender las sociedades del presente, respondernos a las preguntas respecto de la vigencia de la categorías tales como “memoria colectiva” o si nuestra identidad como comunidad está en juego y depende de la memoria para darnos respuestas respecto del pasado y del presente. Adoptar estas categorías implica compartir, al memos transitoriamente, que la historia tiende a resultar idealmente única, mientras la memoria es plural y su análisis posible de carácter cualitativo. Por otro lado, resultara necesario, pero no es el sentido del presente trabajo, profundizar para comprender cuáles son los límites de la memoria colectiva.

Algunos dispositivos del olvido

“¿Por qué esa obsesión por la memoria y el pasado,  
y por qué ese miedo a olvidar?”
 Andreas Huyssen[12]
En nuestro trabajo pretendemos dar la discusión, aun pendiente de resolución (si es esto acaso posible), entre las formas de memoria y los usos del olvido, para ello nos preguntamos ¿Qué es el olvido? ¿Qué tipos de olvidos pueden ser recurrentes en los testimonios que tomaremos? Y qué conceptos y categorías nos guiará en el recorrido que pretendemos dar para intervenir en las subjetividades que se representen respecto de nuestro sujeto, o en los demás entrevistados.
En una primera instancia partimos de la propuesta de Yerushalmi que afirma la importancia que tiene el olvido en el trabajo del historiador y en el de las ciencias sociales en general. Citando a Nietzsche nos indica la línea de su pensamiento: "el sentido no histórico y el sentido histórico son igualmente necesarios para la salud de un individuo, de una nación, de una civilización". Yerushalmi resalta la importancia de la colectividad, y de la relevancia de la memoria en la vida de los pueblos[13]. Originalmente la memoria colectiva se forma con la transmisión, de una generación a otra, de la tradición e historias de la cultura. Es así como el olvido ocurre "cuando la generación poseedora del pasado no lo transmite a la siguiente, o cuando ésta rechaza lo que recibió o cesa de transmitirlo a su vez.” Sin embargo, este olvido no significa entierro absoluto del pasado, sino que nos indica que grupos reducidos, a los que podríamos reconocer como grupos o sectores de una población, pueden recuperar y reafirmar una característica olvidada del pasado, convirtiéndola en tradición. En esto consiste la anámnesis[14].
Los distintos trabajos sobre militancia política,  publicados en la última década, han puesto al descubierto ciertas formas de la memoria que, al modo de Pollak, podríamos denominar “subterráneas”[15] y que generan  conflictos y adhesiones de unos grupos en oposición a otros, y por esto se produce una suerte de enfrentamientos de memorias en disputa. Posiblemente lo que hace confrontar a estas memorias es el lugar que representa el silencio.[16] El silencio parecería contribuir a la configuración de esa memoria subterránea. Las disputas entre memoria oficial y subterránea están vinculadas a fenómenos de dominación y a los silencios sobre el pasado, Pollak indica que ello debe ser interpretado como el resultado de las relaciones de oposición entre grupos que pugnan por los espacios de memoria en juego en una sociedad.
Abordamos la cuestión del olvido como una secuencia permanente, entre éste y la desaparición de las huellas, entre éste y la persistencia de las huellas, y entre éste en relación cono los usos y abusos de la memoria, es decir, no como una dialéctica sino como una continuidad entre olvido y permanencia de memoria. Para analizar de éste modo tomamos la propuesta de Ricoeur, para quien el estudio sobre el olvido no es sólo el de la memoria, sino que sólo puede haber olvido donde ha habido huella.[17]
Lo que buscamos en la narración de lo vivido, a partir de los testimonios de nuestros militantes, son esas las huellas y marcas vivenciales, que nos permitan reponer sentidos sobre lo que es memoria y valorar la dimensión y las subjetividades que le dan origen  a lo que es olvido. Para la construcción de sentidos y subjetividades adecuadas al presente, el recuerdo puede volverse traumático por causa de la repetición y constituirse en un obstáculo epistemológico. Por ello mantenemos la presunción de que la memoria no es custodia de las vivencias y percepciones del pasado como un depósito de recuerdos. Lo que se busca entonces, son las representaciones de las marcas, que ha dejado lo vivido, con cuyos sentidos se ha dejado registro.
Ricoeur, nos remite al prohibido olvidar[18] que trasunta la Ley judía Para dar cuenta de la preocupación, que una sociedad puede cargar a partir de una subjetividad social, cuya identidad parece amenazada por la culpa y la deuda con el pasado.
Nos comprometemos con la pregunta del epígrafe de éste apartado y a su tiempo intentaremos hacer nuestro aporte en el sentido que allí se interroga.

El testimonio. En búsqueda del recuerdo.
La principal operación historiográfica de nuestro trabajo, estará dada por la posibilidad de realizar las entrevistas necesarias para gestar un corpus suficiente tendiente a elaborar una mirada, sobre las subjetividades de nuestro sujeto en particular y los de su grupo de pertenencia.
La exhortación al sujeto, en torno a sus recuerdos vitales, esta destinada a reconstruir el relato que él hace de ese pasado y a su protagonismo activo o pasivo en esa historia; lo que se busca, a partir de las transmisiones del individuo, partido, movimiento o grupo, es que ponga a la luz de qué forma determinó esa reconstrucción y cuál o cuáles son los ejercicios de la memoria y del olvido.
Compartimos la idea de necesidad del testimonio, desarrollada por Carnovale, Lorenz, Pittaluga de la que se desprende el respeto del sujeto y de su relato, considerando esto como un punto de partida ponderando una perspectiva de sensibilidad y política, cuidado del testimonio  y la necesidad de un archivo, ya que abonando la idea de Primo Levi respecto de que los testimonios no son suficientes, sino que resulta imprescindible una constelación plural. El testimonio de un sobreviviente es un “deber”, pero su relato es siempre una búsqueda y nunca una imposición.[19]
Para Primo Levi[20] los testimonios de los sobrevivientes de los campos de concentración no son la verdad de lo ocurrido. La verdad desapareció junto a quienes expiaron los sufrimientos allí vividos, por esto podríamos decir que ésta resulta inaccesible. El sentido de esa realidad ya pasada, es repuesto a partir de los relatos de quienes pudieron “simplemente sobrevivir” y acopian de su relato, lo inalienable de lo ocurrido.
Un riesgo a tener en cuenta en la reconstrucción del pasado, a través de la entrevista al militante, está representado por la apelación que éste hará de la memoria y la posibilidad que esto le brindará  perseverarse en la reproducción de ese pasado que esta ligado a su identidad como sobreviviente. Para el individuo y para el grupo puede resultar tentador caer en una repetición de lo vivido y que esto ponga en peligro la sacralización de sus mártires o el cuestionamiento de sus verdades teóricas o retóricas.
El intento por descubrir, poner en evidencia, y comprender a partir de ese acto del lenguaje, producido en la entrevista, los espejismos de la verdad trascendente del personaje, y del grupo al que pertenece, nos permitirá analizar la objetividad y la subjetividad, durante y con posterioridad a la puesta en escena de ese pasado y su relación con el presente.
En suma creemos, como lo sostiene Pollak, que el acceso a la palabra pública y la publicación de una vida individual no depende de la notoriedad propia de una persona, sino de su estatuto de representante de un grupo. [21] El testimonio del militante, de nuestro trabajo, nos brindará las tensiones constitutivas de su memoria individual y la construcción colectiva de esa memoria.

A modo de cierre parcial
“El eterno retorno es ante todo victoria sobre el resentimiento,
posibilidad de querer eso que ha sido, de cambiar todo
lo que ‘así fue’ por un ‘así quise que fuera”
Nietzsche
Nos preguntamos cuál es el rol del testimonio frente a la necesidad de ampliar la noción de memoria, y la noción de memoria histórica, para enfrentar el reto de nuestra investigación.
En los trabajos de Ricoeur, en los que analiza la obra de Halbwachs, dice que sus afirmaciones son reticentes a resolver claramente la principal problemática que se formula en las siguientes preguntas: ¿Se ha fundido finalmente la historia en la memoria? Y ¿la memoria se ha expandido en memoria histórica? El filósofo parece suscribir la idea de que entre memoria es historia hay una convivencia forzada. Nosotros transitaremos nuestro camino de investigación desde ésta convicción, pero intentando sostener la significación de una convivencia necesaria entre la memoria histórica y la memoria colectiva.  
Esto no remite, al menos temporalmente a la posición de Nietzsche, para quien resulta necesario un equilibrio de fuerzas entre la memoria e historia. Por un lado, la adoración de la diosa memoria puede convidar a  una acumulación pesada de fuerzas que haga insoportable la existencia del presente y anule la creatividad que el tiempo actual requiere. Pero por otro lado, la anulación de la memoria, es decir, lo opuesto al caso anterior, conlleva también a la aniquilación del presente, ya que impide que el sujeto (la subjetividad) realice una ficción de identidad que pueda unir un pasado con un horizonte de expectativas, que constituya un futuro constituido por proyectos. Cómo se logra este equilibrio de una memoria que no sea agobiante y excesiva para el presente, pero al mismo tiempo, una memoria necesaria y útil para la posibilidad de la vida y el futuro.
Si la historia cuenta con el rasgo característico de la discontinuidad, relativa a la periodización del conocimiento propio; la memoria se nutre de la continuidad que le otorga la capacidad de ser considerada “viva”.
Que la memoria sirva a la reconstrucción de la historia y en favor del pasado y para respondernos a preguntas tales cómo: ¿Qué vínculos se pueden establecer entre el recuerdo, la repetición y la elaboración?
Lic, Ricardo Di Mario











Bibliografía

Badiou, Alain Manifiesto por la filosofía. Nueva Visión. Bs.As.
Eco, Umberto. “Preámbulo”, en Academia Universal de las Culturas, ¿Por qué recordar?Barcelona, Granica, 2002.

Rousso Henry. “El estatuto del olvido”, en Academia Universal de las Culturas, ¿Por quérecordar? Barcelona, Granica, 2002.

Yerushalmi, Yosef. “Reflexiones sobre el olvido”, en VVAA, Usos del olvido. Buenos
Aires, Nueva Visión, 1989.

Halbwachs, Maurice. La memoria colectiva. Zaragoza, Prensas Universitarias de
Zaragoza, 2004.

Jelin, Elizabeth. Los trabajos de la memoria. Madrid y Buenos Aires, Siglo XXI, 2002.

Nora, Pierre. “Entre memoria e historia. La problemática de los lugares”, en Lieux de
Mémoire I: La République. París, Gallimard, 1984. (traducción al castellano en mímeo)
Nora, Pierre. “La aventura de Lieux de mémoire”, en Ayer, n°. 32, 1998.

Nietzsche, F.  Sämtliche Werke. Kritische Studienausgabe in 15 Bände, Herausgegeben von G. Colli und M. Montinari, Berlin, Deutscher TaschenbuchVerlag‑de Gruyter, 1980. Se han utilizado las siguientes traducciones:
-------------------Así habló Zaratustra, Trad. Andrés Sánchez Pascual, Madrid, Alianza editorial, 1998,
------------------Ecce homo, Trad. A. Sánchez Pascual, Madrid, Alianza, 2002
------------------El Anticristo. Maldición sobre el cristianismo, Avellaneda, Caronte, 2006, “Prólogo” y §I - §XVI
------------------. La ciencia jovial, Caracas, Monte Ávila, 1996, §

Oberti, Alejandra y Pittaluga, Roberto. “Introducción”, en Memorias en montaje.
Escrituras de la militancia y pensamientos sobre la historia, Buenos Aires, Ediciones El
Cielo por Asalto, 2006.

Pollak, Michael. “Memoria, olvido, silencio”, en Memoria, olvido y silencio. La Plata, Al Margen, 2006.
Pollak, Michael. “Memoria e identidad social”, en Memoria, olvido y silencio. La Plata, Al Margen, 2006.

Ramos, Ramón. “Maurice Halbwachs y la memoria colectiva”, en Revista de occidente,
n° 100, septiembre 1989.

Carnovale, Lorenz y Pitaluga (comps.), Historia, memoria y fuentes orales, Buenos Aires, Cedinci y Memoria Abierta, 2006.

Huyssen, Andreas. “Pretéritos presentes: medios, política y amnesia”, en En busca del
futuro perdido. Cultura y memoria en tiempos de globalización. Fondo de Cultura
Económica, México.
Huyssen, Andreas. “El Holocausto como historieta. Una lectura de ‘Maus’ de

Levi, Primo. “Prefacio”, en Los hundidos y los salvados. Barcelona, Muchnik Editores, 2000.

Pollak, Michael. “El testimonio”, en Memoria, olvido y silencio. La Plata, Al Margen, 2006.

Ricoeur, Paul. “Definición de la memoria desde un punto de vista filosófico”, en
Academia Universal de las Culturas, ¿Por qué recordar? Barcelona, Granica, 2002.

Ricoeur, Paul “la memoria, la historia, el olviido” Bs.As. Fondo de Cultura Económica. 2000.
Ricoeur, Paul. La lectura del tiempo pasado: memoria y olvido. Madrid, UAM, 1999.




[1] Ver proyecto de tesis en archivo adjunto.
[2] Badiou, Alain Manifiesto por la filosofía. Nueva Visión. Bs.As. p1211995, p121. Badiou desarrolla la idea de una “subjetividad sin sujeto”
[3] Apuntes sobre el seminario de filosofía donde se analiza la subjetividad nietzcheana ”El superhombre de Nietzsche. Una subjetividad contemporánea” (seminario de maestría dictado por el Dr. Mario Lipsitz/2009 )
[4] Ramos, Ramón “Maurice Halbwachs y la memoria colectiva” pp68/70. (1989)
[5] Ob cid…
[6] Apuntes del autor (seminario de Filosofía) en el que se analiza la subjetividad nietzcheana” El superhombre de Nietzsche. Una subjetividad contemporánea” …la idea de que esta figura (la de superhembre nietzcheano)  da cuenta de la alteridad que atraviesa, que constituye una suerte de fantasma que nos asedia siempre en este oscilar entre la vida y la muerte que es la existencia; si el superhombre es aquello que nos señala que lo lejano y lo asimétrico nos constituyen desde siempre, y no la lógica de la reciprocidad y la simetría que no hace más que negar, olvidar, apartar la mirada del rostro del otro que atraviesa a la subjetividad. Si el superhombre es figura de la solidaridad, porque reconoce que su socio esencial es el otro, y que no puede negar al otro porque el otro constituye toda mismidad…

[7] Pollak, Michel Memoria, Olvido, Silencio. La producción social de identidades frente a situaciones límite. Ed. Al Margen, La Plata 2006. Pollak recurre a Henri Rousso, a P. Bourdieu y a L. Boltanski para argumentar en torno a “El encuadramiento de la memoria” que …el trabajo de encuadramiento de la memoria se alimenta del material de la historia. Ese material puede sin duda ser interpretado y combinado con un sinnúmero de referencias asociadas; guiando no solamente por la preocupación de mantener las fronteras sociales, sino también de modificarlas, ese trabajo reinterpreta incesantemente el pasado en función de los combates del presente y del futuro. pp 25/26
[8] Ob. cid. pág.25
[9] Maurice Halbwachs (2005) “Memoria individual y memoria colectiva”. Estudios Nº16. CEA-UNC. Argentina

[10] de Santos, Blas, I Jornadas de Historia de las Izquierdas, Buenos Aires 8 y 9 de diciembre de 2000, mesa 5: Pasado y presente del pensamiento de izquierda. CeDInCI.
[11] Ramos, Ramón Maurice Halbwachs y la memoria colectiva pp76/81. Los límites de la memoria son cada vez más frágiles, los marcos espaciotemporales que le dieron origen a las teorías halbwachsianas han sido modificados por una creciente abstracción del espacio, la inestabilidad y movilidad de la experiencia social y las dificultades para estabilizar las relaciones y los procesos sociales. Mientras se asentaba la necesidad de la construcción colectiva de la memoria propuesta por Halbwachs, surgía, por esa fragmentación de la que hablamos, una fuerte tendencia al olvido y a la amnesia.

[12] Huyssen, Andreas. “El Holocausto como historieta. Una lectura de ‘Maus’ de
Spiegelman”, en En busca del futuro perdido. Cultura y memoria en tiempos de
globalización. Fondo de Cultura Económica, México, 2002.
[13] Yerushalmi, Yosef  “Reflexiones sobre el olvido”, en VVAA, Usos del olvido. Buenos
Aires, Nueva Visión, 1989. Usa el ejemplo judío, por ser la memoria algo tan relevante en su tradición. Resalta que en su manejo de la historia está presente una característica que la modernidad olvida: la "halakhah", la Ley sagrada, la escala moral, el orden de valores: “En consecuencia, lo único que la memoria retiene es aquella historia que pueda integrarse en el sistema de valores de la halkhah.
[14] Para Yerushalmi, el historiador tiene la facultad -a través de su método de investigación- de producir una anamnesis profunda. Se trata de algo radicalmente nuevo, que recompone un pasado apenas reconocible para lo que la memoria colectiva retuvo. La independencia de la disciplina y su aspiración a la objetividad científica llevan a un desprendimiento cada vez mayor de los objetos inmediatos del grupo y, por lo tanto, no se puede encontrar dentro de ella una respuesta a la pregunta ¿en qué medida nos hace falta recordar y olvidar?  Dado que para la historia todo es digno de ser recordado.
[15] Pollak, “Memoria, olvido, silencio”, en Memoria, olvido y silencio. La Plata, Ed. Al Margen, 2006.

[16] Ibid. “el largo silencio sobre el pasado, lejos de conducir al olvido es la resistencia que una sociedad civil impotente opone al exceso de discursos oficiales”  p. 20

[17] Ricoeur, Paul. La memoria, la historia, el olvido. Buenos Aires. FCE. 2000.
Se examinan de manera sucesiva, en efecto, el olvido y la memoria impedida, el olvido y la memoria manipulada, y el olvido obligado, esto es, la amnistía. Con ello el autor arriba al umbral del tema objeto de un extenso análisis postergado: el perdón. Pp 577/581
[18] Ob cid. “Prohibido olvidar. ¿Por qué? Por varias razones que tienen que ver con la identidad tanto colectiva como personal. Para mantener la identidad, para mantenerla a lo largo del tiempo, e incluso contra el tiempo y su poder “destructor” (Aristóteles). No debemos olvidar para resistir el arruinamiento universal que amenaza a las huellas dejadas por los acontecimientos. Para conservar las raices de la identidad y mantener la dialéctica de la tradición y de la innovación hay que tratar de salvar las huellas. Ahora bien, entre esas huellas se encuentran también la heridas inflingidas por el curso violento de la historia a sus víctimas

[19] Objeto y sujeto. El doble carácter de la experiencia límite. Apuntes del autor en el seminario  “Memoria y Ciencias Sociales: objetos, abordajes y perspectivas” Dra. Claudia Feld. Ides 2009

[20] Levi, Primo. “Prefacio”, en Los hundidos y los salvados. Barcelona, Muchnik Editores,
2000.

[21] Pollak, M. ob cid (2006)

Reseña del libro de Pantaleón, Jorge "De la carta al formulario" Maestrando: Ricardo Di Mario


“La articulación etnográfica””
Una Reseña
Libro reseñado: Pantaleón, Jorge. De la carta al formulario. Ides. Colección Serie Etnográfica. Bs.As. 2004.
Maestrando: Ricardo Di Mario
Universidad Nacional de General Sarmiento


De la carta al formulario es un trabajo de investigación etnográfica que tiene por objetivo la visualización de las relaciones de producción y reproducción de lo social, en la ciudad capital de la Provincia de Salta, durante la década de los noventa. El reconocimiento de los actores, principalmente demandantes y oferentes, a su vez divididos en técnicos y políticos; la diferenciación de las categorías de los viejos y nuevos modos de intervención estatal, que indica el paso de las formas de tratamiento y recreación de la pobreza del modelo de Estado de Bienestar, al de las políticas neoliberales y también dar cuenta del ritmo vertiginoso de esos cambios.
Para el autor resulta tan importante la descripción de los roles que juegan cada uno de esos actores que viven para y por lo social, como la ubicación/localización en un espacio concreto: El edificio de la SDSP creado por decreto en el marco de un momento histórico del cambio paradigmático del Estado, donde se juegan internas relaciones de poder entre funcionarios (desde el ordenanzas hasta el secretario). También se reconocen otro tipo de fronteras entre el adentro y el afuera del Estado, constituida por quienes pueden ingresar al edificio, a los programas, o a un proyecto, etc.
El objeto de conocimiento de este trabajo es el desarrollo social como una invención en un campo de reciprocidades donde problemas y soluciones recorren un camino desde que son reconocidos, y clasificados por los técnicos, hasta la demostración de sus soluciones en exhibiciones ritualizadas en las ceremonias de entrega de recursos. Estos actos se constituyen en modos de aproximación entre demandantes y oferentes.
Ante la pregunta inicial de qué hace el desarrollo social, sostiene la tesis de que el desarrollo social es una noción que se produce y se ejerce, produciendo y ejerciendo relaciones de reciprocidad que  legitiman las prácticas sociales de dominación y reproducción de esa dominación.
El camino de la argumentación
El autor divide su trabajo en las siguientes partes: una introducción en la que presenta su pregunta inicial, describe el objeto de su estudio, y se refiere a las metodologías que utilizó en la investigación; cuatro capítulos donde desarrolla el corpus de su recorrido etnográfico, dedicándole el primero a las cuestiones del espacio de la Secretaría de Desarrollo de la Provincia, el segundo y el tercero a las formas de peticionar que tienen los demandantes de desarrollo social (la carta y el formulario) y las relaciones sociales del “adentro y del afuera” de la secretaría, un cuarto capítulo donde describe  los actos de entrega de recursos en ceremonias oficiales; por último unas breves conclusiones que cierran las cuestiones planteadas y abre otras, y agrega un corpus de documentos en anexos utilizados en el trabajo y de gran valor para la estructura de su “campo”.
Para desandar el camino de la argumentación, propuesta por el autor, creemos que es importante empezar por la descripción de la observación que hace de los ritos, donde es posible la visualización de (todos) los actores involucrados en el campo, es decir en las ceremonias públicas de otorgamiento de los “dones”. Lo que observa en estos actos públicos es primordial para comprender las representaciones del desarrollo social en el “afuera” de la institución. En las ceremonias se visualizan los acercamientos, entrecruzamientos, superposicionamientos y distanciamientos entre actores y categorías constituidas por el campo, especialmente por su carácter público y ritual. Allí se pronuncian palabras-verbalizaciones, tanto por parte de los demandantes como de los técnicos y políticos; palabras de agradecimiento y usos de palabras (y carteles) propias de las “viejas” formas de la política social “intercaladas” con algunas de las “nuevas”. En ese juego lo “verdadero y lo falso” se constituye como objeto de pensamiento en un “específico” conjunto de prácticas discursivas y no discursivas, es decir un espacio social de relaciones objetivas y subjetivas.[1]

El autor  luego de haber visualizado, en los ritos oficiales, gran parte de las prácticas sociales en torno al desarrollo social, se ocupa del edificio de la secretaria detallando minuciosamente los espacios internos de la dependencia burocrática, y las luchas por esos espacios que representan la proximidad con el poder. En este apartado describe el edificio, las entradas y salidas, las galerías y pasillos, las oficinas y Salas.[2] Mediante gráficos y mapas el autor nos guía espacialmente por los campos de batalla representados en la distribución de esos espacios en función del poder que se detenta o se pretende. En el devenir histórico de la dependencia y sus antecesores se señalan los cambios espaciales y de denominación acordes a los cambios de políticas. Lo importante aparece en relación a lo que el autor resalta como “el merecimiento de un espacio propio” para existir se debe ocupar un espacio. También las categorías son campo de disputa, en la secretaría son creadas, recreadas, y manipuladas.[3]

Técnicos y políticos son analizados en función de lo que el autor llama “las cosas del pedir”. Básicamente este es un capitulo donde la descripción pasa por la visualización de los actores de desarrollo social. De la observación realizada en el campo, sobresalen dos grandes grupos, el primero los que demandan y los que otorgan; y el segundo los oferentes del desarrollo social divididos a su vez entre los de perfil técnico y los de perfil político.[4] El desarrollo social cobra existencia en estos dos modos. Uno, cuyo instrumento es la carta escrita por el carente/pobre, y el otro que se representa por el formulario llenado por la comunidad participativa.
Este capitulo le dedica casi excluyentemente el espacio a la carta escrita del demandante,  generalmente madres de familia, por lo que se envuelve la posibilidad de petición a una cuestión de localización y género. Estas cartas son entregadas a las autoridades, generalmente, en los actos de otorgamiento de recursos. Se afirma en este apartado que la presentación del pedido en forma escrita, acerca a las partes y en cierta forma hasta hace depender mutuamente tanto a las jerarquías políticas, a los asistentes profesionales, y a los demandantes. Los vínculos descriptos acá son constitutivos de los grupos interesados en el desarrollo social.
En cuanto a los técnicos, que podríamos considerar expertos  o agentes especializados, son los encargados de la producción de “problemas sociales” y de la formalización de categorías de población válida o inválida para ser sujetos legítimos de las intervenciones estatales. Por ejemplo, a través de la definición de "características" particulares y de la creación de conceptos y de taxonomías que implican cierta especialización pero que también requieren de un "discurso autorizado" o legítimo, que naturalice, instituyendo, esas diferencias.

En esta redistribución que nosotros proponemos, del orden dado por el autor, ubicamos en último lugar lo que dio en llamar: Los atributos de la novedad. En este espacio se analizan tanto los nuevos “mediadores de desarrollo social” (locales e internacionales, ONGs principalmente), como la apropiación que “la academia” hace de la temática del desarrollo social (otorgando títulos de grado y posgrado), la escolarización de las teorías científicas, así como la instrucción de los agentes de intervención estatal, mediante la confección de “formularios” previamente diseñados por los organizamos internacionales quienes financian lo social, a nivel local y regional.
La Cientifización del desarrollo social es analizada, tanto, a través de la expansión de nuevas lógicas y categorías, como de nuevos actores de intervención, locales o internacionales.
El desarrollo social se enseña, implica enseñar-aprender a completar el formulario a los nuevos actores en la cadena de mediación del desarrollo social. Para el caso de Salta el crecimiento explosivo de las nuevas ONGs formadas entre otros por titulados, profesores, y estudiantes universitarios, que podemos considerar representantes civiles de la sociedad que demandan, en nombre de ella, al Estado, luego de la desafiliación provocada por el cambio del modelo benefactor.
Las Nuevas y viejas categorías[5] son ingresadas a “desarrollo social” y al corpus del lenguaje de la representación de la división “Estado-Sociedad”.
La mirada etnográfica sobre el desarrollo social enfoca todos los actores involucrados dentro de cada caso local, poniendo énfasis en los procesos de interacción entre los actores, las organizaciones (ONG, Entidades barriales, etc), y los funcionarios.

Hay una necesidad en los trabajos etnográficos, y que Jorge Pantaleón alcanza claramente en este trabajo, es la necesidad de comprender el campo en su contexto. La perspectiva del autor se centraliza en el conocimiento de  la actuación y sobre los sistemas socioculturales locales. Cuando el investigador desarrolla una respuesta para un ámbito local, como en este caso, que puede ser considerada una encrucijada de fuerzas, de acciones y de perspectivas muy distintas, se está generando un posible modelo para aplicar a escala mayor. El antropólogo busca las estrategias conectivas, articuladoras, para interpretar las situaciones de dominación y de reciprocidad. En este campo hay algo en juego y es que los actores están dispuestos a jugar determinadas reglas, esas reglas las descubre el autor, como parte de un campo de fuerzas en lucha destinadas, unas veces a transformar y otras destinadas a conservar el tipo de relaciones. Los actores involucrados en estas luchas tienen en común un cierto número de intereses fundamentales representados, en el campo del desarrollo social, por formas de intercambio de bienes imaginarios y reales. Prácticas de reciprocidad que legitiman estas relaciones y las reproducen.
El autor aclara, para finalizar, que en el campo analizado, la óptica reflexiva, debe servir para seguir ahondando sobre estos primeros resultados.






[1] El autor cita a Tambiah, S. 1985 “A perfomative approach to ritual” en Tambiah, S. Culture, Thouht and social action” Cambridge. MA Harvard University Press. …rescata esta dualidad en los rituales, tanto área se recrean las ferarquízaciones como así también productores y reproductores de significados emergentes. Una mayor formalización puede implicar la osificación de las relaciones de poder, como también puede servir para cuestionar al poder instalado.
[2] En este capítulo resulta interesante analizar el uso que el autor da de las descripciones espaciales que N. Elías hace del palacio de Versalles en la Sociedad Cortesana. En el final del apartado el autor sostiene: Se puede ver que el desarrollo social va configurando sus propias demarcaciones físicas. Sin embargo esa particularidad se inscribe en una organización previa, la de la lógica burocrática de los que están dentro y fuera del Estado. Por esto mismo, todos los elementos espaciales presentados remiten indefectiblemente  fronterización: entradas, salidas, galerías, pasillos, salas, oficinas. Así como tales fronteras dan forma al espacio físico las clasificaciones jerárquicas con las que son identificadas las personas que viven en ese mundo se expresan en términos de proximidad y lejanía al Estado. Lo demuestra tanto el sistema de clasificación que separa al “trabajador contratado” del “trabajador permanente” como el barómetro de la antigüedad laboral: ambos indican grados relativos de pertenencia al Estado. pag 35


[3] Parte misma del trabajo, dice Pantaleón, clasificatorio consiste en una redesignificación de las nociones que se oficializan como legítimas para demandar al Estado. Pedir recursos por ser  carente, pobre o necesitado circunstancial, …otras nociones se manipulan en la secretaría: NBI, población en riesgo social, población en emergencia alimentaria, emergencia habitacional, población bajo la línea de la pobreza…cada una de estas palabras se legitiman en una argumentación técnica elaborada por especialistas. Pag 27
[4] La dicotomía de lo técnico y lo político se intensifica, justamente, en uno de los momentos claves del quehacer cotidiano del programa: Registrar la demanda bajo el carácter de “urgente” y sugerir la entrega de los materiales pedidos.


[5] Categorías instauradas desde mediados del siglo pasado familias, niños, mujeres, discapacitados y de más reciente incorporación  mayores, tercera edad, jóvenes, NBI, población de bajo de la línea de pobreza. Ingresan todas en las carillas de presentación. Pag 27